El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 286
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Capítulo 286:
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Ahora, no dudarían en aplastarla si sirviera a sus intereses.
Una sonrisa desdeñosa se dibuja en los labios de Corrine, con ojos fríos y distantes.
En cuanto a esas fotografías…
Corrine levantó los ojos, en cuyo fondo parpadeaba una maraña de emociones imposibles de descifrar.
En ese instante, sonó su teléfono. Al reconocer el número de Nate en la pantalla, la fría fachada de Corrine se derritió, sustituida por un atisbo de calidez.
En cuanto contestó, la voz tranquilizadora de Nate llenó su oído.
«¿Necesita mi ayuda?»
«No», respondió Corrine con suavidad.
Confiaba en su capacidad para manejar las cosas por sí misma.
Sin embargo, algo seguía preocupándola…
«¿Has visto la clase de mujer que soy?», preguntó.
«Piensa lo que quieras, pero recuerda que mi amor por ti es inquebrantable». Las palabras de Nate eran informales, pero golpearon profundamente a Corrine.
Agarró con fuerza el teléfono, como si intentara aferrarse al sentimiento que había detrás de sus palabras.
Corrine inhaló profundamente, intentando sofocar la oleada de sentimientos que le provocaban sus palabras.
«Incluso ahora, ¿me entiendes de verdad? ¿No te importa nada de esto? ¿No te preocupan las fotos?»
Se preguntó si Nate, como cualquier hombre, albergaría dudas al ver las fotos.
Cuando surge la duda, a menudo se presume la culpabilidad.
Para el mundo, su inocencia importaba poco; ya estaba condenada.
En repetidas ocasiones, había sentido el aguijón del abandono.
Si la separación de Nate era inevitable, Corrine prefería irse en sus propios términos, no ser abandonada una vez más.
«Me doy cuenta de que estás delicada por dentro, pero no uses eso como razón para dejarme fuera».
Su voz transmitía una frustración residual, pero también tocaba una parte tierna del corazón de Corrine.
Las emociones se agolpaban en su interior y el calor irradiaba de su corazón a todo su cuerpo.
«Corrine, ¿por qué no nos casamos?»
La propuesta de Nate fue sencilla, sin grandes gestos ni elaboradas promesas.
Sin embargo, Corrine sintió el peso de sus palabras como si la hubiera alcanzado un rayo. Un destello de pánico cruzó sus ojos al oír su sugerencia.
La sencilla declaración de Nate tenía una profundidad que Corrine comprendió perfectamente. Su sencillez era un testimonio de su compromiso. Se comprometió a estar a su lado en todos los retos que le deparara la vida -en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la adversidad-, siempre dispuesto a defenderla y a apreciarla.
A Corrine se le hizo un nudo en la garganta. La amargura se hinchó en su interior, dejándola sin habla. Se le llenaron los ojos de lágrimas y se le nubló la vista. Sus labios temblaron al apretarlos y su mano se deslizó desde el borde del escritorio hasta su regazo, agarrando firmemente su vestido.
Se preguntó por qué el destino había tardado tanto en traer a Nate a su vida.
Tras un largo silencio, inspiró bruscamente, calmando su voz temblorosa.
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