El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 246
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Capítulo 246:
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Recordaba vívidamente los primeros días de Corrine con la familia Ford: una figura frágil con ojos que delataban un profundo malestar. A diferencia de sus privilegiados compañeros, la vida había grabado sabiduría en su joven espíritu demasiado pronto. Su método de procesar el dolor -ese silencio estoico- le había conmovido más profundamente de lo que jamás podría haberlo hecho cualquier exhibición de lágrimas.
Durante aquellos primeros días, Jules habría movido montañas sólo por verla sonreír. Nunca la vio como una carga. Al contrario, encontraba consuelo en su tranquila presencia detrás de él.
Pero todo cambió hace cinco años, tras aquel devastador ataque en el extranjero. La Corrine que emergió de aquel trauma era como una fortaleza impenetrable que se negaba a hablar de lo sucedido. Aunque su conexión se hizo más fuerte, Jules se dio cuenta de que un inquietante distanciamiento había arraigado en su espíritu, como si se hubiera vuelto indiferente tanto a la alegría como a la tristeza.
«Corrine, ¿alguna vez miras atrás con pesar?» Las palabras de Jules surgieron ásperas y vacilantes.
Se volvió hacia él, con la misma sonrisa amable pero inquebrantable.
«Los adultos no podemos permitirnos el lujo de lamentarnos. Simplemente seguimos adelante».
Una sombra de sonrisa cruzó el rostro de Jules, pero estaba desprovista de calidez.
«¿Conoces a Nate Hopkins?» Corrine preguntó.
Su ceño se frunció al contemplar su pregunta. Tras un pesado silencio, apartó la mirada.
«Sólo me llegan susurros. Dicen que procede de una tierra soberana, un lugar fuera de nuestro alcance, independiente de cualquier nación. Algunos se refieren a él como el Continente Independiente».
Aunque Corrine siempre había percibido las profundidades ocultas de su mundo, la revelación de Jules le produjo un escalofrío de intriga.
«El Continente Independiente», repitió, con la curiosidad encendida.
Jules se inclinó hacia él y su voz se convirtió en un gruñido protector.
«Corrine, mantén tu distancia de él. Es territorio peligroso».
Ella lo miró sin inmutarse y se llevó la botella de cerveza a los labios en señal de silencio.
Territorio peligroso… Sin embargo, ¿quién podría juzgar realmente la medida del carácter de otro?
La moral, reflexionó, era como una brújula que apuntaba invariablemente hacia los que apreciábamos, a menudo sin darnos cuenta.
Eso era precisamente lo que sentía por Nate; cuantas más advertencias le hacían los demás, más fuerte se hacía su determinación de comprender el alma que se ocultaba bajo su pulido exterior.
Jules observó su silencio pensativo y su expresión se endureció.
«Corrine, ¿te llegan mis palabras?» Su tono tenía el peso de una preocupación genuina.
Le lanza una mirada de reojo y esboza una leve sonrisa.
«Perfectamente claro».
El reloj marcaba las once mientras Corrine yacía inquieta en su cama, con las palabras de Jules resonando en su mente.
«Es de un lugar fuera de nuestro alcance». Sus pensamientos se arremolinaban con posibilidades sobre este misterioso territorio, manteniendo el sueño a raya.
Impulsada por una oleada de curiosidad, Corrine desbloqueó su teléfono y buscó a Nate Hopkins.
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