El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 23
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Capítulo 23:
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Las palabras dejaron atónito a Matías. En todos los años que llevaba trabajando junto a Nate, nunca había visto a su jefe mostrar una fe tan desprevenida hacia nadie, y mucho menos hacia una mujer.
No costó mucho deducir las intenciones de Nate. Su postura inquebrantable dejaba claro que no sólo estaba interesado en Corrine, sino que estaba decidido a conquistarla.
«Asegúrate de que sus comidas sean entregadas puntualmente», instruyó Nate.
«Y mantén esos rumores infundados lejos de ella».
«Sí, señor», respondió Matías, plenamente consciente de lo monumental que era esta directiva. En los días siguientes, Matías se propuso entregar comidas a Corrine con una precisión inquebrantable.
Karina, siempre autoproclamada comentarista de los dramas en desarrollo, tenía sus propias ideas al respecto.
«Ese hombre es un profesional».
«¿Una profesional de qué?» preguntó Corrine, levantando la vista de su trabajo mientras Karina descansaba en el sofá, comiendo despreocupadamente una manzana.
«Una experta en juegos mentales», bromeó Karina con exagerada gravedad.
«Incluso cuando no está aquí físicamente, lo está orquestando todo. Te hace bailar a su son, te des cuenta o no».
El ceño de Corrine se frunció al oír aquella observación, y las palabras permanecieron incómodas en su mente. La determinación inquebrantable de Nate se cernía sobre sus pensamientos, una presencia inquebrantable que la hacía sentirse acorralada.
Sabía que tenía que actuar con rapidez para cumplir su promesa a Evelyn. Una vez hecho eso, podría saldar la deuda de gratitud por las comidas y desenredarse por fin de la implacable órbita de Nate.
Tras un momento de vacilación, Corrine cogió el teléfono y abrió el chat con Nate. Con cuidado, escribió: «¿Tienes tiempo hoy? Si a tu abuela le parece bien, me gustaría visitarla y charlar con ella».
Apenas se había enviado el mensaje cuando la respuesta de Nate llegó casi al instante.
«Nos vemos en veinte minutos.»
Corrine se quedó mirando la pantalla, momentáneamente sorprendida. ¿Habría estado esperando su mensaje todo el tiempo? La idea persiste, inquietante y, sin embargo, extrañamente difícil de descartar.
Karina, siempre perspicaz, notó un parpadeo de distracción en el rostro de Corrine y decidió indagar.
«¿Cuál es tu plan para tratar con la familia Ashton?», preguntó con indiferencia.
«Renuncio», respondió Corrine, con voz firme e inquebrantable determinación.
La familia Ashton ya no tenía nada que mereciera su lealtad o apego. Si iba a cortar lazos, lo haría limpiamente, sin vacilaciones ni rastros persistentes. Así era ella.
Karina exhaló en silencio, y el alivio suavizó su expresión. Había estado preparándose en silencio para la posibilidad de que Corrine vacilara en el último momento.
A lo largo de los años, como forastera, Karina lo había visto todo: la incesante dedicación que Corrine había dedicado a apoyar a Bruce, a menudo a expensas de su propio bienestar. El éxito actual de la familia Ashton, un imperio reluciente, era testimonio de los incansables esfuerzos de Corrine entre bastidores.
Pero ahora, con la marcha de Corrine, Karina no podía evitar preguntarse cuánto tiempo podría mantenerse la otrora próspera familia Ashton antes de que empezaran a aparecer las grietas.
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