El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 229
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Capítulo 229:
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Bruce observó su figura en retirada mientras se deslizaba hacia el santuario interior, con el ceño fruncido por la confusión.
Esta nueva intimidad entre Corrine y la familia Seymour le dejó perplejo. ¿Cómo había conseguido ella un acceso tan privilegiado a la zona interior del banquete? Aunque las celebraciones nupciales de la familia Seymour acogían en masa a la élite de Lyhaton, un biombo estratégicamente colocado delimitaba claramente las fronteras sociales. La cámara exterior servía para la socialización general, mientras que el santuario interior acogía el banquete exclusivo.
Los que superaban ese umbral pertenecían sin duda al escalón más alto de la sociedad.
El empleado que había presenciado el enfrentamiento se dirigió a Corrine con mesurada cortesía.
«Srta. Holland, ¿organizamos la partida del Sr. Ashton?»
El lenguaje diplomático apenas disimulaba la amenaza implícita de expulsión por la fuerza. Corrine miró al asistente con detenimiento y sus labios carmesí esbozaron una leve sonrisa.
Esbozando una sonrisa a la vez cortés y distante, Corrine respondió: «Gracias». Al oír su respuesta, Karina dejó escapar un sutil suspiro de alivio.
«¿Qué provoca ese suspiro?» preguntó Corrine, con auténtica perplejidad en el tono.
«Temía que tu determinación flaqueara», admitió Karina.
Una suave carcajada escapó de los labios de Corrine.
«Apenas merece tal consideración».
Mientras atravesaban el comedor interior, Jules se acercó, con una mirada crítica sobre el atuendo de Corrine.
«¿Qué inspiró esta discreta elección de vestido?» Mientras otras mujeres se habían adornado con ostentosas galas, compitiendo por llamar la atención, Corrine había optado por un elegante traje blanco que hablaba de refinada sobriedad.
Corrine arqueó una ceja en respuesta.
«¿Mi elección no cuenta con su aprobación?»
Sostuvo que la celebración de una boda ajena exigía discreción de buen gusto en lugar de intentar eclipsar el momento de la novia.
«El abuelo solicita su presencia», anunció Jules, indicando la dirección con una ligera inclinación de cabeza.
Corrine puso su vaso al cuidado de Jules antes de dirigirse con elegante aplomo hacia donde se encontraba Carl.
Carl le hizo señas con evidente calidez.
«Corrine, ven a presentarte al Sr. Seymour.»
«Buenas noches, Sr. Seymour.» Corrine ofreció el saludo con la deferencia apropiada.
La respuesta de Quentin vino envuelta en una calidez genuina, su mirada apreciativa tomando en su apariencia.
«Corrine, cada día eres más cautivadora. Me pregunto qué joven afortunado ganará finalmente tu afecto».
Tales especulaciones sobre su futuro sentimental dejaron a Corrine, que seguía navegando por su propio camino, sin más recurso que responder con una sonrisa diplomática.
Carl se inclinó hacia delante, su naturaleza protectora evidente en cada palabra.
«Es mi única nieta y debo elegir con cuidado. Su futuro no es algo que se decida a la ligera».
«En efecto», reconoció Quentin, acariciándose la barbilla pensativo.
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