El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 206
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Capítulo 206:
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En el despacho de Arion, Jayden estaba recostado en un sofá negro, con las piernas cruzadas con elegante indiferencia y un cigarrillo encendido entre sus delgados dedos. Cuando se acercaron unos pasos, levantó la mirada y sus ojos penetraron en el ambiente con tal intensidad que Arion se quedó sin aliento. A pesar de su relación como cuñados y de la antigüedad de Arion, la presencia de Jayden nunca dejaba de infundirle una profunda sensación de inquietud.
Arion vaciló antes de forzar una sonrisa.
«Ministro Ford, seguro que un asunto tan menor no merecía su atención personal».
«Cuéntame qué ha pasado». Jayden apagó el cigarrillo y su mirada despreocupada hacia Wilbur desprendía un frío ártico que provocó escalofríos en este último. Arion se volvió hacia Wilbur con la mirada.
«¿Y bien? ¡Explícate!»
Wilbur se enderezó instintivamente al ser llamado, su mirada se encontró con la de Jayden mientras se aclaraba la garganta.
«Basándonos en nuestras pruebas actuales, es la principal sospechosa en este caso».
La fría carcajada que escapó de la garganta de Jayden provocó un escalofrío en la habitación, haciendo que el corazón de Arion se hundiera de miedo. Maldita sea. Una risa fría de Jayden nunca era una buena señal.
Le había dado a Wilbur la oportunidad de demostrar su valía, apreciando su talento. En cambio, Wilbur estaba cavando su propia tumba con cada palabra.
Jayden clavó su penetrante mirada en Wilbur, su voz tenía el peso de la autoridad.
«Desde que dejó el ejército, debería entender que cada jurisdicción opera bajo sus propios protocolos. Detener a alguien sin pruebas concretas conlleva graves implicaciones, ¿seguro que comprende esa gravedad?».
«Recibimos un informe y descubrimos pruebas en la escena. ¿No es eso motivo suficiente?» contraatacó Wilbur. Su carrera militar había terminado hacía apenas un año debido a una lesión, lo que le había llevado a su actual puesto de jefe de equipo en la comisaría. Su franqueza y su negativa a hacer política en el trabajo le habían granjeado admiración y aislamiento. Algunos lo llamaban terquedad, otros dedicación absoluta.
Estos rasgos le habían acarreado numerosas quejas y el ostracismo social. Arion, reconociendo el potencial de Wilbur, lo había apoyado firmemente, asumiendo la responsabilidad de sus errores. Pero ahora, con Corrine de por medio, incluso Arion luchaba por mantener segura su propia posición. Sólo podía observar y esperar que Wilbur sorteara esta precaria situación.
«¿Dónde está tu testigo?» La voz de Jayden cortó la tensión.
«¿Qué testimonio apoya estas alegaciones?»
La confianza desapareció de la cara de Wilbur cuando la realidad le golpeó.
«Todavía estamos en la fase de interrogatorio. Aún no hemos conseguido ningún testimonio».
Los ojos oscuros de Jayden se entrecerraron peligrosamente, con un destello glacial que reflejaba su disgusto.
«¿No hay testimonio, y sin embargo procedió a la detención? ¿Intenta impartir justicia a su discreción?»
Su observación casual cayó como un golpe físico, dejando a Wilbur luchando por respirar, con la boca moviéndose sin sonido.
«Tengo curiosidad», intervino Corrine con suavidad.
«¿Quién presentó el informe?»
Wilbur frunció el ceño y apretó los labios, con clara reticencia. La sonrisa de Corrine permaneció inquebrantable.
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