El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 204
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Capítulo 204:
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«¿Has reconsiderado tu posición?»
«He expuesto mi caso. Tu incredulidad no cambia la verdad. ¿Qué más puedo añadir?»
La compostura de Corrine sólo sirvió para intensificar la creciente ira de Wilbur. Su puño golpeó la mesa y rugió: «Corrine Holland, ¡basta de juegos! No esperes un trato especial por tu género. Traficar con artefactos históricos y falsificar antigüedades: ¡cualquiera de los dos cargos podría destruir tu futuro!».
Corrine mantuvo la calma y la voz firme.
«Solicito la presencia del Jefe Hoffman.»
«¡El jefe Hoffman no concede audiencias a petición!». Los labios de Wilbur se curvaron en una mueca.
«¡Unos días encerrado sin comer podrían aflojar esa lengua tuya!»
El oficial a su lado se movió incómodo, inclinándose cerca para susurrar: «Señor, algo peculiar ha llamado mi atención».
«Explícate», exigió Wilbur, oscureciendo aún más su severa expresión.
«¿Cómo sabe que Hoffman es el apellido de nuestro jefe?»
La pregunta hizo reflexionar a Wilbur, que frunció el ceño en señal de contemplación.
«¿Dónde está su documentación?»
«Aquí mismo». El agente presentó la carpeta, cuyo contenido apenas había sido revisado por las prisas de la investigación.
Al abrirlo, Wilbur descubrió que la verificación de antecedentes de Corrine sólo contenía la información más básica.
«Señor, esto es…» La incredulidad del oficial era palpable.
A pesar de los sofisticados recursos de su departamento y de sus hábiles investigadores, el expediente de Corrine no revelaba nada más allá de detalles elementales: fecha de nacimiento, nombre y sexo.
Esta inusual escasez sugería o bien una inocencia sin precedentes o, más probablemente, una identidad deliberadamente oculta más allá de su nivel de autorización.
Se hizo un gran silencio en la habitación mientras Wilbur y el oficial intercambiaban miradas. Corrine, por su parte, mantuvo la compostura sin esfuerzo, como si ya supiera lo que habían encontrado.
Sin embargo, por lo que Wilbur sabía, ninguna familia influyente de Lyhaton llevaba el apellido Holland.
Antes de que pudiera seguir presionando, un golpe seco interrumpió la tensa atmósfera.
Un oficial entró, echando una mirada a Corrine antes de susurrarle a Wilbur: «Señor… El jefe Hoffman quiere verle».
Los ojos de Wilbur se entrecerraron.
«¿No estaba asistiendo a una reunión en la ciudad vecina?». El agente negó con la cabeza.
«No conozco los detalles, señor».
Antes de que pudiera explicarse, la atronadora voz de Arion Hoffman resonó en el pasillo.
«¿Dónde está ese alborotador de Wilbur? ¡Sáquenlo de aquí inmediatamente!»
Todas las miradas de la sala de interrogatorios se volvieron hacia Wilbur, calibrando su reacción. Frunció ligeramente el ceño, le pasó el expediente a su colega y se dirigió hacia la puerta, casi chocando con la figura de Arion que se acercaba.
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