El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 202
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Capítulo 202:
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La entrada de Wilbur produjo un escalofrío en la habitación.
«¡Nombre, edad, ocupación!», exigió, con la voz afilada como el acero.
Corrine respondió a cada consulta con una precisión compuesta.
«¿Qué le llevó a la escena? ¿Estabas involucrado en transacciones ilegales? ¿Transportabas esos artículos?»
«Para salvar a alguien. No, y no». Las respuestas de Corrine cortaron el aire con deliberada brevedad.
Su actitud distante encendió la furia de Wilbur. Su puño se estrelló contra la mesa.
«Jovencita, tienes un futuro prometedor por delante. Un consejo: ¡más vale prevenir que curar! De lo contrario, podrías pasar tus mejores años entre rejas».
Los acontecimientos del día le parecieron peculiares a Corrine. Aunque la identidad del informante seguía siendo un misterio, se negaba a pensar en esas trivialidades.
«¿Puedo hacer una llamada?»
«¿Crees que esto es un hotel?» La ira de Wilbur se encendió de nuevo, sus ojos ardiendo.
«¡Cooperen o aténganse a las consecuencias!»
La mirada de Corrine se desvió hacia el reloj de pared, su voz transmitía una indiferencia practicada.
«Lo que sea.»
Sus pensamientos se dirigieron a Jules, seguro que el mensaje ya le había llegado y estaba de camino.
En la sala de interrogatorios contigua, el sudor empapaba la ropa de Donnelly. El pánico se apoderó de su mente mientras se preguntaba por el informador anónimo.
Esta situación auguraba un desastre.
La reacción de Carl ante la situación de Corrine sería catastrófica. Donnelly temía las consecuencias. Aún más aterradores eran Jayden y Waldo, aquellos hombres aparentemente bondadosos que se transformaban en tíos ferozmente protectores cuando se trataba de Corrine.
Su devoción no tenía límites cuando se trataba de su bienestar. ¿Asediarían la comisaría al descubrirlo?
A Donnelly se le revolvió el estómago: se había metido en una pesadilla de su propia cosecha.
Matías irrumpió en el despacho de Nate, sus pasos resonaban con urgencia.
Encontró a Nate sentado detrás de su escritorio, aquellos ojos oscuros irradiaban una intensidad que parecía atravesar todo lo que contemplaban, creando un aura de peligro casi palpable a su alrededor.
El peso de la penetrante mirada de Nate hizo que el pecho de Matías se contrajera y que sus dedos se cerraran involuntariamente en apretados puños.
Tomando aire contra la atmósfera opresiva, se aventuró con cautela: «Señor, me encontré con la señorita Holland en la comisaría».
La mera mención de la señorita Holland provocó un sutil cambio en la glacial actitud de Nate. Dejó la pluma con cuidado.
«¿Fue una visita profesional?»
Matías observó la extraña yuxtaposición de calma e intensidad en el porte de Nate. Aunque tuvo la tentación de quitarle importancia a la situación, reconoció que todo lo relacionado con Corrine exigía absoluta seriedad. Las consecuencias de cualquier desgracia que le ocurriera en la estación serían realmente graves.
«El panorama completo sigue sin estar claro», continuó Matías, midiendo sus palabras con cuidado.
«Sin embargo, oí por casualidad a los agentes investigadores mencionar la posible implicación de la señorita Holland en transacciones ilegales, potencialmente relacionadas con un caso de hace tres años».
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