El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 179
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Capítulo 179:
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Nate arqueó una ceja y sus ojos oscuros brillaron peligrosamente mientras la miraba con su aura dominante. Siguió retrocediendo hasta que su talón rozó el borde del sofá, haciéndola caer hacia atrás.
Sus dedos, aún enganchados en su corbata, tiraron de él hacia abajo con ella.
Nate se apoyó en el sofá, con una rodilla junto a ella y los brazos rodeándole la cabeza. Su alto cuerpo la envolvía por completo.
«¿Planeas disculparte con acciones?» Su voz, aunque fría, tenía un matiz seductor que resonaba como un tamborileo en el corazón de ella.
«Fue sólo un accidente. ¿Podrías levantarte?»
«¡No!» Su rápida negativa acompañó su descenso hasta que sus labios apenas rozaron su mejilla.
«Corrine, me haces sentir inseguro.»
«Eres un hombre; ¿por qué necesitas una sensación de seguridad?». El concepto le pareció claramente femenino.
Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras sus dedos bien definidos inclinaban la barbilla de ella hacia arriba y el pulgar le acariciaba los labios.
«Porque me importa mucho, me preocupo constantemente». Sus palabras la dejaron sin palabras, sin lugar a discusión.
«¿Qué quieres?», preguntó.
«Para dejar mi huella».
Antes de que ella pudiera procesar su significado, él bajó la cabeza y le mordió la sensible piel del cuello. Su cálido aliento contra su piel se sintió como una marca.
La satisfacción oscureció sus ojos cuando observó la marca y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
«Ahora que llevas mi marca, me siento seguro».
Corrine mantuvo la compostura, mirándole en silencio.
Entonces, sin previo aviso, le apretó la corbata, tiró de él y le clavó los dientes en la nuez de Adán.
Nate respiró agitadamente y sus ojos se entrecerraron mientras se oscurecían como una tormenta en ciernes. Su mano, apoyada en el sofá para mantener el equilibrio, se apretó con fuerza y todos los músculos de su cuerpo se pusieron rígidos.
¿Era dolor? No exactamente. Era una sensación indescriptible, una picazón en lo más profundo de su ser, tirando de los límites de su control, como algo fuera de su alcance, burlándose de él y desentrañándolo.
Su respiración se volvió superficial, su pecho subía y bajaba irregularmente mientras su mirada se clavaba intensamente en Corrine.
Corrine ladeó la cabeza, con una chispa juguetona bailando en sus ojos.
«Esto es lo que llaman venganza».
A diferencia del comportamiento comedido y cuidadoso de Nate, Corrine era totalmente audaz y no pedía disculpas. La evidencia de sus acciones -una marca roja viva rodeada por marcas precisas de dientes- destacaba claramente. No se borraría hasta dentro de una semana.
La mirada de Nate se detuvo en su rostro, su delicada belleza contrastaba con la malvada picardía de su expresión. Sus ojos se oscurecieron aún más, sus pensamientos ilegibles.
«Ya es hora. Vámonos», dijo Corrine en voz baja, apretando una mano contra su pecho como si pudiera apartarlo.
Pero Nate la agarró de la muñeca con firmeza, acercándola hasta que estuvo contra él. Su mano ancha se deslizó por detrás de su cuello, sujetándola.
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