El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1739 (FIN)
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Capítulo 1739: (FIN)
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Sin decir nada más, Nate la tomó en sus brazos.
Tomada por sorpresa, Corrine dejó escapar un leve gemido.
Nate la miró, con preocupación en los ojos. «¿Qué pasa?».
Ella bajó la mirada y respondió con voz baja y nerviosa: «No es nada. Me he dado un golpe en la espalda hace un rato».
Pero antes de que pudiera tranquilizarlo, él ya la había llevado a la cama y la había acostado con delicadeza. Con un movimiento fluido, la giró para examinarla.
«Te lo dije, solo fue un pequeño golpe», murmuró ella, tratando de restarle importancia. Pero su protesta llegó demasiado tarde. Le habían quitado la ropa, dejando su piel expuesta al aire nocturno. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Sus ojos se oscurecieron cuando vio el moretón, de un color púrpura pálido, que ya se extendía por la parte baja de su espalda como una cruel flor. Apretó la mandíbula y frunció los labios. «¿Esto fue por el golpe?».
Corrine yacía allí, incapaz de responder. La ansiedad la inmovilizaba con más fuerza que sus manos.
Sin decir nada más, Nate se dio la vuelta y salió de la habitación.
Regresó unos momentos después con un pequeño frasco de pomada.
El primer contacto de la pomada con su piel la hizo estremecerse: fría, picante, desconocida. Su cuerpo se tensó instintivamente, pero no dijo nada.
Cuando terminó, dejó el frasco a un lado y se dispuso a marcharse. Corrine extendió la mano y le agarró de la manga. —No te enfades —susurró.
Nate bajó la mirada hacia la mano de ella, que envolvía la tela. Su rostro se suavizó y, cuando habló, su voz estaba teñida de una tranquila exasperación. —¿Cuándo vas a empezar a cuidarte?
—De verdad que no me duele tanto —insistió ella.
Él no dijo nada. En cambio, le separó suavemente los dedos de la manga y se dio la vuelta.
Apenas había dado dos pasos cuando un pequeño y dramático gemido salió de la cama. «Ay… sí que duele…».
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Como era de esperar, se detuvo en seco. Corrine sonrió con aire burlón al verlo volverse hacia ella.
«Vamos al hospital», dijo él, con voz tensa por la preocupación.
Ella aprovechó el momento y le echó los brazos al cuello, con una chispa juguetona bailando en sus ojos. «Sabía que te importaba».
Nate mantuvo el rostro serio, pero no se apartó.
Corrine se acurrucó contra su pecho, con la voz amortiguada por la tela de su camisa. «Sé que me equivoqué. Por favor, no sigas enfadado conmigo, ¿vale?».
Durante un largo momento, él no dijo nada. Luego, un suspiro tranquilo se le escapó, resignado, afectuoso. «¿Qué voy a hacer contigo?».
Ella levantó la cabeza y lo miró fijamente a los ojos. Había algo tácito en su mirada, algo crudo y sincero. «Nate», dijo en voz baja, «casémonos».
Las palabras lo golpearon como un rayo, inesperadas y discordantes.
La miró, atónito. —¿Hablas en serio?
—Por supuesto. —Ella mantuvo los brazos alrededor de su cuello, con voz tranquila y firme—. No es un impulso repentino. Quiero estar contigo para siempre.
Nate no sonrió. No dijo nada. Pero, tras un instante, asintió con la cabeza. —De acuerdo.
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Fin.
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Nota de Tac-K: Nuevas novelas en unas horas lindas personitas. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. („• ֊ •„)੭
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