El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1731
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Capítulo 1731:
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La isla estaba envuelta en una espesa vegetación. Las diferentes alturas de la densa vegetación revelaban el terreno ondulado que había debajo, con las siluetas de las montañas elevándose y descendiendo en crestas superpuestas contra el cielo.
Corrine entrecerró los ojos al reconocerlo. Algo en ese paisaje le trajo recuerdos: se parecía mucho a la región de la Montaña Tumba en Lyhaton.
Corrine se quitó el tanque de oxígeno, se ajustó la mochila con firmeza sobre los hombros y se agachó antes de desaparecer entre las sombras del bosque.
La isla estaba en absoluta quietud, ni siquiera el zumbido de los insectos rompía el silencio. En esa quietud total, Corrine podía oír el ritmo de su propio corazón latiendo en su pecho. Sacó la daga de su bota, la agarró con fuerza y avanzó agachada.
El bosque se extendía ante ella con un esplendor antiguo e intacto, tan salvaje y sin marcas que parecía un lugar donde uno podía desaparecer sin dejar rastro. A medida que se adentraba, el romper de las olas contra la orilla se desvaneció en un murmullo lejano. Una pesada oscuridad se aferraba al dosel superior, envolviendo el bosque en un velo amenazador.
Bajo sus pies, las hojas y las ramas quebradizas crujían, pero ella se movía con rapidez, fundiéndose con las sombras con silenciosa precisión.
Pasaron diez minutos antes de que se oyera un ruido: el débil zumbido de unos rotores sobre su cabeza. Corrine se agachó e inclinó la cabeza, divisando un helicóptero negro que volaba en círculos sobre las copas de los árboles. Entrecerró los ojos para verlo mejor, tratando de entender su presencia. Quienquiera que se atreviera a pilotar el helicóptero sin recibir fuego debía pertenecer al bando de Nate… o ser sus enemigos.
El helicóptero se mantuvo en el aire, claramente buscando a alguien. ¿Podría estar Nate cerca? La posibilidad la impulsó a avanzar.
Solo había dado unos pasos cuando unos pasos suaves rozaron la maleza cercana.
—Este lugar ahora es nuestro. Esos tipos huyeron como conejos asustados. ¿De verdad seguimos nerviosos por nada?
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—No importa. Nos pagan. Solo la cabeza de Nate vale mil millones de dólares.
—¿Mil millones? ¿En serio?
—¡Cállate! ¡No hagas ruido!
Corrine se deslizó entre los densos arbustos, apartando el follaje lo justo para ver a dos hombres armados peinando la zona que tenían delante.
Una rápida mirada a su alrededor le confirmó su ventaja, y se movió con rapidez para rodearlos por detrás. Calculando el momento preciso para atacar, saltó de su escondite y, con un solo movimiento fluido, le cortó el cuello a uno de los hombres con su daga.
Cuando el segundo hombre levantó su arma, ella le clavó el talón en el pecho, derribándolo. Apenas tocó el suelo, ella volvió a lanzarse sobre él. La daga brilló en su mano y, con un movimiento experto, él se desplomó sin emitir ningún sonido.
No perdió ni un segundo en la sangre caliente que manchaba su piel. Rápidamente, arrastró los cuerpos fuera de la vista, lista para seguir adelante, cuando un leve estallido rompió el silencio.
Era el sonido amortiguado de un disparo con silenciador.
Se agachó, conteniendo la respiración, esforzándose por localizar el origen del ruido antes de deslizarse hacia él.
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