El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1728
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Capítulo 1728:
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Con una profunda inspiración, Corrine apartó la mirada del cielo y volvió a entrar en la cabaña.
«Llévame allí», exigió, mostrando a Jonathan las coordenadas en su teléfono.
Él echó un vistazo a la pantalla. Frunció el ceño con preocupación. «No es un lugar al que puedas presentarte sin más».
Conocía muy bien los riesgos. Años de rivalidad con Nate le habían enseñado el infierno al que alguien podía enfrentarse en esa isla. Y ahora, Corrine quería adentrarse en él.
Corrine permaneció en silencio, con la mirada fija en él, llena de determinación. Esa mirada resuelta hizo que Jonathan apretara los dientes. «Corrine, ¿qué intentas conseguir? ¿De verdad vale la pena correr este riesgo por un hombre?».
Le costaba entender su punto de vista. ¿Podía un hombre valer más que su propia seguridad? No es que los hombres fueran una especie en extinción. Si Nate desaparecía de su vida, siempre podría conocer a otra persona. Jonathan nunca había imaginado que Corrine pudiera ser tan irracional en lo que respecta al amor.
«No lo entenderías.
Tú no estás en mi lugar», dijo ella, con una voz teñida de tristeza que, inesperadamente, conmovió el corazón de Jonathan y le provocó una irritación que no lograba identificar. «Sé que te preocupa Nate, pero tienes que entender que el mundo no es tan sencillo como tú lo percibes», dijo Jonathan, tratando de razonar con ella. Su paciencia era evidente a pesar del silencio de ella.
«Donde hay luz, hay sombras. Los lugares que parecen pacíficos pueden parecerlo, pero los que son inaccesibles suelen estar sumidos en la violencia y el caos. ¿Entiendes lo que te digo?».
«Pero Nate está allí», respondió Corrine con sencillez. Su tono era tranquilo y carente de emoción, pero su determinación era inequívoca.
Jonathan la miró fijamente, observando cómo se mantenía firme. Después de un momento, sus labios se curvaron en una sonrisa tensa y su voz se volvió aguda por la exasperación. «Sabes, sinceramente, ahora mismo tengo ganas de estrangularte». Estaba perdiendo el control, todo por un hombre.
En encuentros anteriores, ya fuera durante reuniones o sesiones de entrenamiento, Jonathan reconoció a regañadientes que las habilidades de Corrine eran extraordinarias, un brillante testimonio de las enseñanzas que había absorbido de Jacob. Sin embargo, ese entrenamiento excepcional no garantizaba que estuviera preparada para enfrentarse a los peligros que le acechaban en esa isla.
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«Corrine, ¿de verdad entiendes a Nate?», insistió Jonathan, con voz llena de dudas. Sospechaba que la feroz determinación de Corrine se debía más a su conocimiento de los asuntos comerciales de la familia Hopkins que a una comprensión genuina del propio Nate.
Corrine permaneció en silencio, limitándose a levantar la mirada para encontrarse con la de él, con ojos desafiantes.
Inesperadamente, los labios de Jonathan se curvaron en una mueca de desprecio. —En verdad, la ignorancia es intrépida, ¿no es así? —dijo con lentitud.
Sus palabras, rebosantes de sarcasmo venenoso, hicieron que Corrine frunciera el ceño. —Si crees que esos comentarios me disuadirán, estás subestimando gravemente mi determinación.
Con esa última declaración, se dio la vuelta y salió de la cabina.
Jonathan siguió con la mirada su figura mientras se alejaba, con el rostro ensombreciéndose por segundos. Marcó rápidamente un número y ordenó: «¡Ve al puerto de transferencia en una hora y elimínala inmediatamente!». Sin embargo, subestimó a Corrine, o tal vez simplemente no comprendió la profundidad de su determinación.
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