El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1689
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Capítulo 1689:
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Ella nunca había hablado de estos detalles, ni una sola vez. Y nunca había imaginado que Jules descubriría la verdad. Ahora, estaba pálida y desorientada, incapaz de encontrar las palabras.
«Vamos», dijo Jules en voz baja. Sus labios se apretaron en una delgada línea, su voz era tranquila pero firme. «Como soy tu marido, debo afrontar esto contigo».
No era ingenuo. Sabía que los abuelos de Rachel lo veían con desaprobación, ya que consideraban que la familia Ford estaba por debajo del linaje de Rachel.
A decir verdad, no estaban del todo equivocados. En términos de linaje, Rachel se había casado por debajo de su nivel. Pero nada de eso importaba ahora, al menos para él.
Ahora que Rachel era oficialmente su esposa, le correspondía a Jules afrontar la situación a su lado. Era su responsabilidad afrontar la tormenta con ella y mostrar a la familia Astley la sinceridad suficiente para apagar su ira latente.
Sin embargo, el corazón de Rachel se resistía. Una tranquila inquietud la invadió. Odiaba la idea de que Jules la viera tan expuesta, frágil de una manera que siempre había ocultado a los demás.
Pero, dado lo lejos que habían llegado las cosas, ya no podía permitirse discutir.
En silencio, dejó que Jules le tomara la mano. Mientras se acercaban a la puerta, su mirada se desvió hacia sus manos unidas. Una pequeña oleada de consuelo se deslizó en su pecho, extendiéndose como un suave calor bajo sus costillas.
«Tus abuelos siguen guardando rencor. Querrán desahogarse, y puede que no sea agradable», dijo Jules con calma, mientras sus ojos escaneaban la entrada. «No importa lo que nos lancen, quédate detrás de mí. Yo me encargaré».
Rachel asintió levemente con la cabeza, pero sus pensamientos ya se habían desviado hacia otra parte. No tenía intención de quedarse de brazos cruzados.
Dentro de la sala de estar, Corrine permanecía impasible, observando cómo pasaba el tiempo sin mostrar ni una pizca de impaciencia.
Todos los presentes sabían exactamente lo que estaba en juego. Si hoy no lograban calmar la furia de los abuelos de Rachel, la próxima celebración se desmoronaría antes incluso de comenzar.
Franco, siempre diplomático, ofreció una cortés distracción. «Dado que es su primera visita a la finca Astley, ¿qué tal si les hago una visita guiada rápida?».
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Jayden miró a Chelsea a los ojos y luego le dedicó una sonrisa cortés a Franco antes de responder: «Se lo agradecemos, pero preferimos esperar aquí. No queremos perdernos la llegada de los suegros».
Corrine, poco interesada en hacer turismo, negó sutilmente con la cabeza. «Yo también me quedaré».
Momentos después, el teléfono de Franco vibró. Tras echar un vistazo a la pantalla, se disculpó y salió al exterior para atender la llamada.
Abandonada en el silencio, Chelsea se movió en el sofá, indecisa. Su voz sonó baja, insegura. «¿De verdad los abuelos de Rachel se niegan a conocernos? Si es así, ¿qué significa eso para la celebración?».
Las señales siempre habían estado ahí, grabadas en cada uno de sus movimientos: la fría indiferencia de la familia Astley hacia esta unión.
Si realmente hubieran aceptado el matrimonio, ¿habrían enviado a Franco para que los representara en el compromiso? Si realmente hubieran respetado a la familia Ford, ¿los abuelos de Rachel se habrían negado a asistir a la ceremonia nupcial?
Una sutil mueca de preocupación se dibujó en el rostro de Chelsea. A pesar de las apariencias, ¿podría esta unión, tan perfectamente envuelta en ceremonias y sonrisas, estar ya resquebrajándose bajo la superficie?
Antes de que Jayden pudiera responder, Corrine intervino con voz tranquila y una sonrisa tranquilizadora. «Siempre hay una salida a los apuros. Tía Chelsea, no le des más vueltas».
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