El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1663
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1663:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Bajo la mirada de la multitud, caminó lentamente por el pasillo. Su maquillaje era impecable, resaltando sus suaves rasgos.
Las luces bailaban sobre las cuentas y los diamantes cosidos a su vestido, brillando con cada paso. Los suspiros de admiración resonaban en el salón.
Rachel se movía con cuidado con sus tacones, con el corazón acelerado. La emoción y los nervios se arremolinaban en su interior mientras miraba hacia delante, directamente al hombre que esperaba en el altar.
Había imaginado esta escena mil veces.
En sus sueños, llevaba un vestido único y caminaba entre un mar de flores. El mundo se desvanecía a su alrededor mientras se casaba con su príncipe en un escenario iluminado por el amor y la envidia.
Ahora, ese sueño era real. Y la alegría que sentía en su pecho se desbordó y las lágrimas brotaron de sus ojos.
Cuando Jules dio un paso adelante, Rachel se aferró un poco más al brazo de su padre.
Él se detuvo ante ella, se arrodilló y le tendió el ramo. Las lágrimas brillaban en sus ojos mientras alcanzaba las flores que simbolizaban la eternidad.
Su padre colocó la mano de Rachel en la de Jules. Su voz estaba cargada de emoción.
«La dejo en tus manos. Por favor, cuídala».
El corazón de Rachel se encogió cuando la mano de Jules cerró la suya.
Él la apretó suavemente.
«
Lo haré», dijo.
Dos simples palabras. Pero le llegaron al alma. Las lágrimas brotaron sin control.
No te lo pierdas en ɴσνєℓα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c○𝓂 para fans reales
«No llores», susurró Jules, secándole las mejillas con un pañuelo. De la mano, caminaron hacia el escenario.
Bajo la mirada de los invitados, se dieron el «sí, quiero».
Intercambiaron los anillos. Cuando se besaron, las lágrimas de Rachel brillaron como perlas, reflejando la luz mientras resbalaban por sus mejillas.
En ese momento, finalmente cerró el capítulo de sus sueños de adolescencia.
Sabía que Jules no la amaba, al menos todavía no. Lo que él sentía era deber, no pasión. Pero a ella no le importaba.
Creía que, con el tiempo, se ganaría un lugar en su corazón.
Su beso fue breve. Pero las lágrimas de Rachel tocaron sus labios, saladas y cálidas.
El sabor perduró. Mucho después de que el momento pasara, permaneció con Jules.
Corrine siempre bromeaba diciendo que era tan torpe como un tronco. Pero él sabía, en el fondo, que no se trataba de ser despistado. Se trataba de lo que elegía afrontar o ignorar.
Para él, todo en la vida se dividía en dos grupos: lo que importaba y lo que no.
¿El amor? Pertenecía al segundo grupo.
En su mundo, el amor venía con condiciones. Significaba problemas.
Y él no tenía paciencia para complicaciones. Por eso, mantenía el amor a distancia.
Pero hoy, algo había cambiado. Ver llorar a Rachel había despertado algo en su interior.
Quizás era hora de dejar de huir. Quizás el amor también merecía una oportunidad. Ahora eran marido y mujer. Le debía más que un simple deber. Le había prometido a su padre que cuidaría de ella. Esa promesa debía significar algo.
Entre el público, Corrine observaba sus manos entrelazadas. Sus labios esbozaron una leve sonrisa.
—¿Te gusta? —preguntó Nate a su lado.
La música y los aplausos eran muy fuertes, y Corrine no lo oyó al principio. Se inclinó hacia él.
—¿Qué?
—¿Te gusta? —repitió Nate, con voz baja, cerca de su oído. Su aliento le hacía cosquillas en el pelo y algo le revoloteó en el pecho.
.
.
.