El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1628
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Capítulo 1628:
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No había duda: Corrine había declarado la guerra a Pinetree City.
Pero lo que ninguno de ellos podía entender era por qué seguía tan obsesionada con el grupo Holland, en bancarrota.
Había algo indescifrable en los ojos de Corrine mientras se dirigía a su oficina: un brillo gélido bajo la calma, una furia silenciosa envuelta en acero. Natasha la seguía en silencio, observándola de cerca.
Ella entendía la verdad. La obsesión de Corrine no tenía nada que ver con Dewey. Esa puerta se había cerrado hacía mucho tiempo. No, lo que la impulsaba ahora era algo más profundo: la negativa a dejar que el legado de la familia Holland cayera en manos de extraños. Aun así, el plan había estado en el limbo durante más de un mes. La resistencia era fuerte y la paciencia se había agotado.
Los días pasaban lentamente. El equipo aún no tenía una estrategia real.
Quizás la desesperación los había vuelto locos, porque pronto la sala de reuniones se inundó de ideas tan extravagantes que rayaban en lo cómico.
Algunos sugirieron una guerra psicológica. Otros propusieron fabricar indignación pública. Uno incluso planteó la idea de utilizar a un agente guapo para infiltrarse en la casa del enemigo, porque, al parecer, la hija de cierta familia estaba estudiando en el extranjero.
Al escuchar todo eso, incluso Natasha, que normalmente era el ejemplo de la compostura, tuvo que taparse la boca con los dedos.
Corrine captó el destello de diversión y le lanzó una mirada de advertencia. Natasha bajó la cabeza al instante, con los hombros temblando mientras luchaba por contener la risa.
En cuanto terminó la reunión y se cerró la puerta de la oficina, Natasha estalló en carcajadas, agarrándose los costados mientras se le llenaban los ojos de lágrimas. «¿Se supone que estas son ideas de negocios?».
«Son profesionales con experiencia», jadeó, «pero parecen niños tramando algo en el patio de recreo». La inmadurez de todo aquello era asombrosa.
Corrine se apoyó en el escritorio y la observó con leve diversión. La risa de Natasha llenó la oficina, ligera y sincera, un momento inesperado de alegría.
«¿Y qué sugerirías?», preguntó Corrine, con voz tranquila pero curiosa.
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Natasha se secó las mejillas y respiró hondo, recuperando la concentración. Su tono se volvió más analítico. —Creo que tenemos que dejar de andarnos con rodeos. La raíz del problema son las grandes familias de Pinetree City. Si queremos al Grupo Holland, tenemos que enfrentarnos a ellas directamente.
Corrine arqueó las cejas. Las comisuras de sus labios apenas se movieron, pero sus ojos brillaron, con un destello de aprobación tras la frialdad.
Natasha se inclinó hacia delante, con voz tranquila pero decidida. «Deberíamos buscar aliados en Pinetree City, alguien capaz de romper su frente unido». Apenas había terminado de pronunciar esas palabras cuando el teléfono de Corrine vibró.
Natasha miró la pantalla. Sus ojos se iluminaron y una lenta sonrisa se dibujó en su rostro. «Vaya, ¿quién lo diría? Los aliados han llegado». Era Zeke quien llamaba.
Al principio, solo quería preguntarle a Corrine si estaba libre. No esperaba que lo invitaran a comer. Ahora, sentado frente a ella, Zeke no podía sacarse de la cabeza esa extraña sensación que le retorcía el pecho, en parte emoción, en parte inquietud. Todo aquel momento parecía un sueño que se balanceaba al borde de una trampa.
Se recostó en su asiento y la miró con una mirada medio juguetona. «¿Una comida, así, de repente? No me digas que finalmente te has enamorado de mí». Corrine lo miró fijamente, sin comprender.
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