El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1601
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Capítulo 1601:
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«Señorita Holland». Una voz desconocida la saludó. «Le llamo en nombre del señor Farris Ashton».
Corrine respondió sin dudar. «Por favor, infórmele de que lo rechazo». Terminó la llamada con un toque decisivo.
Consciente de que la herencia de los Ashton era un laberinto de complicaciones y sospechando que Farris estaba conspirando contra ella, Corrine tendría que estar loca para aceptar tal oferta.
Además, no le interesaba la riqueza de la familia Ashton. Con sus habilidades, podría adquirir fácilmente diez empresas como esa.
Apenas dos segundos después de terminar la llamada, su teléfono volvió a vibrar. Cuando vio el identificador de llamadas, sus rasgos se suavizaron imperceptiblemente. Se recompuso y respondió con calma mesurada.
«¿Sigues trabajando?», preguntó la rica voz barítona de Nate a través del altavoz.
Dejó la taza sobre la mesa y se apoyó en el escritorio, cruzando elegantemente un brazo sobre el pecho mientras su mirada vagaba por el bosque de rascacielos que se veía a través de las ventanas panorámicas. —¿Contemplarte se considera trabajo?
Nate dudó brevemente. —En lugar de limitarte a contemplarme, ¿por qué no me honras con tu presencia?
Corrine arqueó una ceja, sorprendida, y luego oyó a Nate decir: —Te espero en la entrada de tu edificio.
Esas sencillas palabras le robaron el corazón al instante.
Después de colgar, ordenó rápidamente su escritorio y se dirigió hacia el ascensor.
En el vestíbulo, divisó inmediatamente el reluciente Rolls-Royce negro aparcado en la entrada, un coche que reflejaba a la perfección a su propietario: imponente, refinado y con una presencia innegable.
Matías se deslizó con facilidad y abrió la puerta del coche. —Señorita Holland, por favor.
Corrine le respondió con un ligero movimiento de cabeza antes de sentarse con elegancia en el coche. Una vez acomodada, el elegante vehículo comenzó a alejarse del bordillo con deliberada suavidad.
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«¿No te preocupa que pueda llevarte a una aventura inesperada?». Los ojos de Nate brillaban con picardía mientras miraba de reojo a Corrine, con las comisuras de los labios levantadas en una suave sonrisa.
Corrine arqueó una ceja y sus labios se curvaron ligeramente. —¿Te atreverías?
—No lo haría —confesó Nate en voz baja.
Sus cálidos dedos se entrelazaron con los de Corrine y su pulgar trazó delicados círculos sobre los nudillos de ella. —Franco ha llegado a Lyhaton. Esta noche te llevaré a conocerlo.
Al oír sus palabras, la expresión de Corrine se cristalizó en una quietud perfecta.
El nombre de Franco resonó en su memoria con familiaridad.
Se había topado con el nombre de Franco durante su meticulosa investigación sobre el pasado de Rachel.
Nate lo había mencionado antes, insinuando una conexión que parecía más significativa que una simple relación casual.
Esta invitación inesperada para conocer al amigo de Nate sin previo aviso le provocó una mezcla de aprensión y expectación en el estómago.
Le vino a la mente el recuerdo de un artículo que había leído en el que se afirmaba que cuando un hombre presentaba con entusiasmo a una mujer a su círculo más íntimo, eso indicaba intenciones serias sobre su relación. Tales gestos revelaban la importancia de la mujer en la vida del hombre.
Aunque no estaba segura de la credibilidad de la fuente, este recuerdo, combinado con el comportamiento actual de Nate, despertó en ella un caleidoscopio de emociones.
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