El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1561
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Capítulo 1561:
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«¿Por qué tienes que entrometerte en los asuntos de los demás? ¿No has superado ya la edad de esos chismes infantiles?». Corrine le lanzó una mirada fulminante.
Jules se quedó momentáneamente sin respuesta.
Se quedó mirando su figura mientras se alejaba antes de ponerse en marcha y ponerse a su lado. «¿Por qué tanta acritud a estas horas de la mañana? ¿Habéis discutido?». El revelador silencio de Corrine confirmó inmediatamente sus sospechas.
«¿De verdad te has peleado con él?», preguntó, suavizando la voz con auténtica preocupación.
Corrine siguió adelante, con su silencio endureciéndose hasta convertirse en un muro entre ellos.
Con suave determinación, Jules le agarró la muñeca. —Basta de estoicismo. Háblame.
Sin esperar a que ella protestara, guió a Corrine hacia la espaciosa terraza contigua al balcón.
Rachel salió de su habitación justo a tiempo para ver a Jules escoltando a Corrine con apresurada conspiración.
Las acciones secretas de la pareja tan temprano le hicieron plantearse preguntas: ¿había ocurrido algo importante?
Mientras lo contemplaba, un sirviente que pasaba siguió su mirada interrogativa y dijo: «Desde que la señorita Holland regresó a la casa de los Ford, el señor Ford la ha colmado de afecto, reservándole solo lo mejor. Se acostumbrará, señora Ford».
Ante este tratamiento formal, un delicado rubor se extendió por las mejillas de Rachel, lo que la llevó a bajar la mirada en un intento por ocultar su persistente timidez.
Ahora que la fecha de la boda estaba fijada en el calendario, Carl había ordenado a todos los sirvientes que se dirigieran a Rachel formalmente como señora Ford.
El sirviente hizo una ligera reverencia. «Señora Ford, el desayuno la espera abajo».
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Rachel lo agradeció con un suave movimiento de cabeza antes de darse la vuelta.
En la terraza, Corrine le contaba a Jules los espeluznantes detalles de su secuestro.
La expresión de este se ensombreció como si se avecinara una tormenta. Apretó los puños dentro de los bolsillos y apretó la mandíbula con una furia apenas contenida. —Corrine, ¿has perdido la cabeza? ¡Te ocurre algo tan catastrófico y mantienes a la familia completamente en la ignorancia!
«Pero aquí estoy, perfectamente ilesa», respondió Corrine con deliberada indiferencia.
La voz de Jules se volvió peligrosamente fría. «¿Y si el destino no hubiera sido tan generoso? ¿Qué habría pasado entonces?».
Corrine sabía que había actuado mal y no tenía palabras para rebatirlo.
Jules respiró hondo, luchando por contener su ira, pero el peligro al que ella se había enfrentado le obligó a reprenderla.
«¡Sabías que estabas drogada y débil, pero aun así decidiste arriesgarte imprudentemente en lugar de usar tu ingenio! ¿En qué estabas pensando?», exclamó Jules. «¡Por suerte, Nate llegó justo a tiempo, o ahora no estarías aquí!».
Corrine había reflexionado sobre los acontecimientos de esa noche varias veces después de su regreso. Admitió que sus acciones habían sido algo precipitadas, poniéndose en peligro. Sin embargo, había sido una situación desesperada.
Con la organización criminal transfronteriza por un lado y Aliza por el otro, tuvo que elegir entre dos males.
Incluso si Corrine hubiera logrado escapar, Aliza no habría renunciado fácilmente una vez que su plan fracasara.
Habría reunido sus fuerzas para recapturar a Corrine, dejándola completamente indefensa si la atrapaban.
Por lo tanto, la única estrategia viable para Corrine era arriesgarlo todo. Decidió infiltrarse en la fortaleza enemiga y se puso directamente en peligro. Al convencer a Aliza de que había sido enviada con éxito al barco, Corrine pretendía disuadirla de cualquier otro plan malvado.
Sin embargo, había subestimado la potencia de la droga que Aliza le había administrado. Esta mermó significativamente sus capacidades físicas y su resistencia. Afortunadamente, la oportuna llegada de Nate evitó el desastre.
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