El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1530
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1530:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
La sincera confesión pilló a Corrine desprevenida, haciendo que su corazón se acelerara y sintiera un calor que le subía hasta las orejas. «¿Supongo que perdiste al juego de verdad o reto?».
«No», respondió Nate con sinceridad inequívoca. «Te echo de menos de verdad».
La calidez suavizó los rasgos normalmente serenos de Corrine y la hizo esbozar una sonrisa amable. «Volveré al amanecer».
«Te esperaba esta noche», comentó Nate, con un tono de preocupación en su voz por el cambio inesperado.
Corrine le informó de la situación y le aseguró: «No es más que una simple cena. No te preocupes».
Tras una pausa significativa, la voz de Nate se suavizó. —Te esperaré.
Al terminar la llamada, Nate envió inmediatamente a alguien a investigar a Amelie.
Poco después, Saul regresó con sus hallazgos, con el rostro grave. —Sr. Hopkins, la finca Hamilton fue consumida por el fuego hace un año. Todos los habitantes, incluido el personal doméstico, perecieron, y Amelie fue la única superviviente.
Mientras Nate recorría los documentos con la mirada, su ya de por sí acerada mirada se oscureció perceptiblemente. Cuando llegó a la fotografía de Amelie, apretó visiblemente la mandíbula y la tensión se apoderó de él como una tormenta que se avecina.
Arrojó los archivos sobre la mesa con fuerza controlada y se dirigió con determinación hacia la puerta.
Intuyendo que se avecinaban problemas, Saul se apresuró a seguir su figura en retirada.
Mientras tanto, Corrine se había acomodado en su asiento en el restaurante y observaba cómo Amelie le preguntaba con naturalidad mientras ojeaba el menú: «¿Era su novio con quien hablaba antes, señorita Holland?».
«Sí», respondió Corrine simplemente, imitando el tono conversacional de Amelie sin dar más explicaciones.
Su conversación fluyó con naturalidad, pasando de las relaciones románticas a las filosofías sobre el matrimonio y a si el estatus social debería dictar la elección de pareja.
Historias completas en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.𝒸ø𝗺
A mitad de la conversación, Karina, con las mejillas sonrojadas por varias copas de vino, se levantó tambaleándose. —Sigan con su conversación. Tengo que ir al baño.
—Señorita Holland, de repente me encuentro bastante mal. ¿Le importaría acompañarme fuera a tomar el aire? —pidió Amelie.
En el momento en que Amelie hizo su petición, Corrine frunció ligeramente el ceño.
El momento era sospechosamente oportuno: justo después de que Karina se marchara, Amelie se sintió mal de repente.
Sin embargo, al observar a Amelie, Corrine vio signos genuinos de angustia. La mujer se agarraba el pecho, tenía la tez pálida y el sudor frío le salpicaba la frente.
Parecía real. No era el tipo de cosa que alguien pudiera fingir fácilmente.
Aun así, algo no encajaba.
Corrine miró a su alrededor, con expresión fría. «¿Dónde están todos tus sirvientes?».
Antes estaban merodeando por allí. ¿Y ahora? No se veía ni uno solo.
Todo parecía demasiado preparado.
Corrine dejó a un lado los cubiertos, cruzó los brazos y esbozó una sonrisa burlona, aunque sus ojos seguían siendo gélidos. «Señorita Hamilton, ¿es este el momento en el que revela sus verdaderas intenciones?».
Amelie se tensó por un segundo, pero la reacción pasó rápidamente. Enderezó la postura y sonrió con una tranquilidad inquietante. —Usted capta rápido, señorita Holland. Se lo reconozco.
Tomó su copa de vino y la giró lentamente. El líquido rojo giraba en círculos perezosos, suave y elegante. —Pero dígame, ¿de verdad cree que se irá de aquí esta noche?
.
.
.