El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1529
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Capítulo 1529:
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«¿Podría explicarnos con más detalle sus requisitos específicos?». Estas preguntas solían recaer en Karina, pero al percibir la angustia palpable de su amiga, Corrine intervino con naturalidad. «Por ejemplo, ¿qué estilo, tejido y elementos de diseño se adaptarían mejor a su visión?».
«No tengo ningún diseño concreto en mente», respondió Amelie con indiferencia. «Señorita Holland, puede ejercer su criterio artístico. Si surge alguna duda, me pondré en contacto directamente con usted. Sin embargo, mi agenda sigue siendo bastante apretada, por lo que es posible que tenga que prolongar su estancia en Riverveille».
«No hay problema. Me pondré en contacto con usted lo antes posible», le aseguró Corrine mientras recogía con eficiencia los materiales. «Mientras tanto, si surge alguna pregunta, nuestro director de marca está a su disposición».
«Entendido».
Tras abandonar la finca, Karina se desplomó en el asiento del coche y exhaló un suspiro tembloroso, con el cuerpo aún vibrando por la inquietud persistente. «¿No te parece que hay algo claramente extraño en Amelie?».
Corrine permaneció en silencio, limitándose a arquear una ceja en respuesta.
«¿Quién se rodea de una habitación entera llena de espejos como esa?». La inquietante imagen de Amelie cepillándose el pelo resurgió en la mente de Karina, provocándole un escalofrío involuntario que le recorrió la espalda.
Los labios de Corrine esbozaron una leve sonrisa, aunque sus ojos seguían siendo como dos pozos helados. «Es solo una fachada».
Durante los dos días siguientes, Corrine mantuvo numerosas conversaciones detalladas con Amelie, perfeccionando cuidadosamente cada elemento antes de decidir el diseño final. Una vez aprobado, Amelie transfirió el pago sin demora.
Al ver la suma aparecer en su cuenta, Karina comentó con sorpresa: «Bueno, Amelie desde luego no es tacaña».
«Antes estabas convencida de que tenía problemas mentales. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?», preguntó Corrine, con una mirada pícara y juguetona.
Karina sacó la lengua, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza. «Puede que sea generosa, pero me ha causado una gran impresión». Sin duda, había sido un encuentro singularmente inquietante.
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En ese momento, el teléfono de Karina sonó: el nombre de Amelie iluminó la pantalla. «Señorita Brooks», dijo una voz ligeramente ronca al otro lado del teléfono. «¿Estaría disponible esta noche? Me gustaría invitarles a cenar como gesto de agradecimiento por su viaje hasta aquí y como despedida».
Karina dudó. Desde su inquietante visita a la finca, un temor inexplicable se había apoderado de su mente y se negaba a desaparecer.
Tras intercambiar una mirada significativa con Corrine, preguntó: «¿Le importaría decirme la hora y el lugar, señorita Hamilton?».
«Para su comodidad, he hecho una reserva en el restaurante que corona su hotel».
Ante tal propuesta, Karina no encontró una forma elegante de rechazarla.
Mientras la oscuridad envolvía el cielo, Karina y Corrine subieron en ascensor al restaurante de la última planta.
A mitad de camino, el teléfono de Corrine sonó. Al reconocer el nombre de Nate en la pantalla, deliberadamente aminoró el paso. «¿Qué pasa?».
Una voz profunda y resonante llenó su oído. «Te echo de menos».
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