El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 152
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Capítulo 152:
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«¿Pero 9,54 millones? Eso es imposible…» ¿De dónde sacaría Corrine esa cantidad de dinero?
Corrine dejó la taza con deliberada calma, la mirada firme mientras respondía: «La señorita Burgess me indemnizó con diez millones. Era lo justo para cubrir los gastos».
Su tono sereno atravesó a Leah como una navaja, dejándola tambaleante cuando la verdad la golpeó profundamente.
La multitud volvió los ojos hacia Rita, con una mezcla de burla y compasión. Cada mirada parecía quitarle una capa de compostura.
A Rita se le apretó el pecho y se le calentó la cara al sentir cada mirada punzante. Se quedó helada, con la respiración agitada mientras la amargura le arañaba las entrañas. Era insoportable.
El portabolígrafos era auténtico.
¿Y ahora qué?
No podía arrodillarse.
Rita apretó los puños y sus pensamientos entraron en una espiral de pánico. Como heredera de la familia Ashton, arrodillarse ante Corrine la arruinaría para siempre. ¿Cómo podría recuperarse de semejante humillación pública?
Farris se movió incómodo, observando el tranquilo comportamiento de Corrine con una creciente sensación de inquietud. La confirmación de Donnelly le dejó helado. El significado del regalo ya no le importaba.
Lo que se cernía sobre él ahora era el aplastante peso de una posible desgracia para la familia Ashton.
Su mirada se desvió hacia Corrine, buscando un indicio de clemencia. Ella no le prestó atención y clavó los ojos en Rita. Una leve sonrisa curvó sus labios, su tono ligero pero cortante.
«Señorita Ashton, ¿no es hora de honrar su palabra?»
Rita levantó la cabeza y sus ojos se clavaron en Corrine con una mezcla de sorpresa e incredulidad.
La expresión de Corrine era fría e inflexible, sus labios se curvaron en una sonrisa tenue, casi despiadada, que provocó un escalofrío en Rita.
El corazón de Rita martilleaba en su pecho. Sin pensarlo, dio un paso atrás y sus dedos se aferraron con fuerza al brazo de Tracy. La voz le temblaba mientras balbuceaba: «Corrine… ¿qué intentas hacer? No olvides que ésta es la casa de los hermanos Ashton».
Corrine ladeó ligeramente la cabeza, su sonrisa se ensanchó lo suficiente para hacer crecer la inquietud de Rita.
«Precisamente, Srta. Ashton. Como esta es la residencia Ashton, es aún más importante que mantenga su palabra. Si rompe su promesa ahora, no sólo manchará su nombre, sino que hará que la gente considere a toda la familia Ashton poco fiable.»
A Rita se le apretó el pecho. El arrepentimiento se agitó en sus entrañas como una tormenta, pero ¿de qué le servía arrepentirse ahora? Todos los ojos de la sala se clavaron en ella, expectantes, inflexibles. El peso de sus juicios le resultaba asfixiante, como si no fueran a dejarla marchar hasta que se arrodillara y pidiera perdón.
La presión pareció encender en ella una chispa de desafío. Le temblaban los labios mientras miraba a Corrine con voz desesperada.
«¿Crees que te creeré porque tú lo dices? ¿Qué pruebas tenemos de que este viejo no es sólo alguien que trajiste para respaldar tus mentiras? ¡Tal vez todo esto fue un montaje!»
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