El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1495
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Capítulo 1495:
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Dewey se rió nerviosamente, restándole importancia. —No, no.
Encendió un cigarrillo, dio una calada lenta y exhaló una nube de humo. —Solo quiero ver hasta dónde está dispuesta a llegar la familia Ford por Corrine.
Estaba presionándolos, tanteando el terreno.
Creía que Corrine guardaba un secreto. De lo contrario, Kiley no se habría humillado ante él.
Jules lo estudió durante un momento y luego levantó la barbilla. —Ven conmigo.
—¿Adónde? —Dewey frunció el ceño.
Los ojos de Jules brillaron con algo frío. —¿No dijiste que querías hacer un trato con la familia Ford?
Dewey dudó. Tras unos segundos, dejó caer el cigarrillo y siguió a Jules.
Mientras tanto, Corrine y Nate estaban sentados en silencio en el coche. Ambos miraban por la ventana, perdidos en sus pensamientos.
El rostro de Nate estaba tenso, su reflejo en el cristal frío y afilado. El silencio en el coche era pesado, como un peso que les oprimía el pecho.
En la parte delantera, Saul y Matias intercambiaron una mirada.
La quietud parecía tranquila, pero era el tipo de calma que precede a una tormenta.
El coche siguió avanzando y finalmente llegó al hotel.
En la suite VIP, Moses y los demás ya se habían reunido.
Antes, Zack había notado algo raro en el coche de Corrine. Había llamado a Nate, lo que los había llevado hasta allí.
Ahora discutían cómo su coche había perdido el control en la carretera. Moses contó la historia con detalle y terminó con un suspiro de alivio. «Por suerte, no pasó nada. Si no, ninguno de nosotros habría pegado ojo en toda la noche».
Corrine era la persona más querida por Nate. Si le pasaba algo, sin duda él perseguiría el asunto hasta las últimas consecuencias.
Aunque era consciente de las capacidades de Corrine, a Moses le impresionaba su capacidad para mantener la calma ante un coche fuera de control y una situación tan extrema.
Una fina estela de humo se elevaba del cigarrillo que colgaba de los labios de Zack, cuyos ojos bajos ocultaban los pensamientos que le preocupaban.
—Pareces ausente —dijo Moses, levantando su vaso con indiferencia. —¿Qué te preocupa?
Sobresaltado por su ensimismamiento, Zack dirigió la mirada hacia Moses antes de observar a los demás a su alrededor. Esbozó una leve sonrisa y murmuró: —Nada importante.
—Eso no es cierto —declaró Moses, dejando su bebida con tranquila determinación. Su actitud, normalmente relajada, se endureció al inclinarse hacia delante. —Es evidente que algo te preocupa. Suéltalo, aquí todos somos amigos.
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