El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1489
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Capítulo 1489:
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Habían saboteado los frenos y la habían conducido a esta trampa.
Aquí, en este territorio, Corrine estaba acorralada sin escapatoria.
Dewey golpeó la ventanilla del coche. «Corrine, sal. Tenemos que hablar».
Nada más pronunciar las palabras, se oyó un fuerte ruido en el interior del vehículo, lo que hizo retroceder a Dewey, temeroso de que Corrine se defendiera.
Cuando Dewey dio un paso atrás, Corrine abrió la puerta del coche de una patada. El airbag ya había amortiguado el impacto, envolviéndola como un escudo y dejándola ilesa.
Se alisó la ropa y se acercó a Dewey con sus tacones altos, manteniendo la compostura.
Dewey entrecerró los ojos mientras la observaba. —Corrine, no habría llegado hasta aquí si no me hubieras acorralado. Estoy al límite.
Corrine le devolvió la mirada con fría determinación. —Parece que cerrar tus operaciones para que te corrigieran no fue suficiente para darte una lección.
Sus palabras le dolieron.
La expresión de Dewey cambió al instante.
Últimamente, la familia Holland había sufrido una serie de desgracias, y Dewey sospechaba que la familia Ford y Corrine estaban involucrados, aunque no tenía pruebas. Ahora, las palabras de ella parecían confirmar sus temores.
Esa mujer rencorosa realmente se había propuesto destruir a la familia Holland.
Dewey no podía evitar preguntarse qué pecados había cometido en una vida pasada para acabar teniendo que lidiar con Kiley y Corrine. Incluso pensó que si hubiera matado a Corrine el día en que nació, ninguna de estas traiciones habría echado raíces.
Cuanto más lo pensaba, más ardía su rabia. Subía rápidamente, como llamas alimentadas por gasolina. Sin pensarlo dos veces, levantó la mano para golpearla en la cara.
Sin embargo, Corrine se apartó hábilmente, haciendo que el agresivo golpe de Dewey fallara por completo.
Su intento fallido de golpearla le hizo perder el equilibrio. Se tambaleó hacia delante y apenas logró mantenerse en pie apoyándose en el capó del coche, evitando caer.
Dewey miró a Corrine con el ceño fruncido, con expresión sombría. —¡Tú! —espetó con voz cargada de ira—. ¡Niñaca desagradecida! Llevas años siendo un parásito de la familia Holland y sigues socavándonos. ¡Debería haber acabado con esto hace mucho tiempo!
Corrine esbozó una sutil sonrisa, aunque su mirada seguía siendo gélida. —Es una pena que perdieras esa oportunidad crucial hace dieciocho años. No tendrás otra —dijo con frialdad.
En aquel entonces, Clarissa y Nicola habían conspirado contra ella. Acusaron falsamente a Corrine de empujar a Nicola por las escaleras, con el objetivo de desheredarla y expulsarla de la familia.
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