El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1479
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Capítulo 1479:
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Nate le dio un beso en la frente y bajó la voz hasta convertirla en un murmullo invernal. —Si no puede ganar, no tiene derecho a volver a aparecer por aquí.
En ese momento, Corrine lo entendió. Moses y Nate eran las dos caras de la misma moneda despiadada. ¿Ese encanto desenfadado y juguetón que Moses lucía como una chaqueta? Solo era una cortina de humo.
Él y Nate se conocían desde hacía años: ambos eran del mismo acero, ambos eran brutales en sus métodos. Ahora solo quedaba ver cuánta ventaja podía obtener Moses frente a Claude.
Después de salir del hotel, Corrine se dirigió directamente a la empresa.
Como de costumbre, atravesó las puertas de cristal del edificio y entró en el ascensor, sin darse cuenta del discreto vehículo que la seguía a una distancia prudencial.
Dentro del coche, Dewey la observaba desde el volante, con los ojos entrecerrados y un destello de fría calculadora en su mirada. En su día había optado por la moderación, con la esperanza de que aún hubiera un puente entre ellos que pudiera repararse. Pero estaba claro que la había juzgado mal. Corrine no solo le había dado la espalda, sino que se había atrevido a actuar contra toda la familia Holland.
A sus ojos, ella siempre había sido una serpiente esperando el momento adecuado para atacar, igual que su madre. Y si ella podía abandonar el pasado tan fácilmente, él no dudaría en hacer lo mismo.
—¿Has visto bien a la mujer que va delante? —preguntó con tono seco y frío.
El hombre sentado en el asiento del copiloto asintió con rigidez. —Sí, la he visto claramente.
—No le pierdas de vista durante los próximos días. En cuanto veas una oportunidad, actúa —ordenó Dewey.
El hombre dudó, frunciendo el ceño con preocupación—. Señor Holland, este es territorio del Grupo Ford. No será fácil hacer nada aquí.
Dewey soltó una risa burlona—. Necio. ¿Te he dicho que actúes aquí? Te he dicho que la vigiles. De cerca.
Se recostó en el asiento de cuero, con voz baja y mesurada. —Todo el mundo baja la guardia tarde o temprano. Ella no estará aquí para siempre.
Una vez que su rutina fuera predecible, encontrarían el momento oportuno. El hombre a su lado se quedó en silencio, pero la tensión en sus hombros lo decía todo.
Corrine no era un objetivo cualquiera. Tenía conexiones profundas, su influencia era intimidante y su plan no podía permitirse ni un solo paso en falso. El fracaso significaría más que una decepción: sería su ruina.
Después de todo, era la heredera de la familia Ford, el linaje más poderoso de la ciudad. Acercarse a ella, por no hablar de ejecutar su plan, era como perseguir una sombra en el cielo.
Mientras tanto, Corrine se instaló en su oficina y apenas había abierto su ordenador portátil cuando su teléfono vibró.
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