El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1478
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Capítulo 1478:
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Sus labios rozaron la sien de ella. «Dormamos por ahora».
Corrine entrecerró los ojos. ¿Qué quería decir exactamente con «solo dormir por ahora»?
Aun así, el cansancio la invadió y no le dio más vueltas. Envuelta en su calor, finalmente se dejó llevar por un sueño tranquilo.
Después de una noche reparadora, Corrine se despertó recostada sobre Nate, con las extremidades extendidas sobre él, sin la gracia ni la dignidad que solía mantener.
Dejó escapar un suspiro y comenzó el cuidadoso proceso de desenredarse, miembro a miembro, centímetro a centímetro, con la esperanza de no despertarlo.
No funcionó.
Nate se movió, con los ojos aún cerrados, y deslizó un brazo alrededor de su cintura, atrayéndola hacia sí. —Aún es temprano —murmuró—. Quédate un rato.
Apretada contra su pecho, Corrine miró fijamente sus párpados cerrados. Su corazón se derritió en el silencio entre ellos y, con un pequeño suspiro, volvió a cerrar los ojos, contenta de permanecer en sus brazos.
Pero, por muy tiernas que le parecieran sus palabras, no era eso lo que él quería decir.
Se dio cuenta de ello en el momento en que él se giró, colocándola debajo de él con un rápido movimiento. —¿No vas a…?
Sus palabras se vieron interrumpidas cuando su boca se apoderó de la suya en un beso feroz e implacable. Su aroma fresco y embriagador la rodeó, dejándola sin aliento y acorralada de la mejor manera posible. No había espacio para pensar, solo para la emoción de la sensación.
Cuando por fin la soltó, había pasado más de una hora. Aunque su pasión no era frecuente, la intensidad dejó huella. Sus muslos internos palpitaban con un sutil dolor, un eco físico de su tacto.
Más tarde, con tacones altos y un vestido ajustado, Corrine caminaba con un paso mucho menos elegante de lo habitual, luchando por mantener la compostura. Apretó los dientes y se obligó a caminar erguida, sin querer dar a nadie motivos para sonreír.
Una vez dentro del ascensor, se apoyó ligeramente contra la pared espejada, robando un momento de descanso. —¿Por qué tanta prisa por hacerse con el control del distrito sur?
No importaba si era Nate o Moses: la familia Ashton no podía competir en ningún caso.
Nate, de pie a su lado, le rodeó la cintura con un brazo, permitiéndole apoyarse en él. —Es el territorio de Claude. Si lo dejamos sin controlar, se pudrirá por dentro. No me gustan las amenazas ocultas. Siempre había creído en cortar las raíces antes de que se retorcieran.
Corrine ladeó la cabeza hacia él. —Que Moses se enfrente a Claude no nos reportará mucho. Las consecuencias podrían ser mayores que los beneficios.
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