El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1477
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Capítulo 1477:
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Corrine parpadeó, sorprendida. No esperaba que Elva fuera tan directa.
—Entonces está claro que ha juzgado mal a su objetivo.
Nate se tocó el pendiente con un dedo distraídamente. —¿Por qué dices eso?
—Te está ofreciendo algo que otros hombres de tu familia aceptarían sin dudarlo. El puesto de cabeza de la familia Hopkins no solo es poderoso, sino que también es muy codiciado. Muchos habrían aceptado casarse con ella sin pensarlo dos veces. Pero tú no eres como ellos —respondió Corrine.
Sus palabras no eran halagos, sino la verdad, sin adornos y sincera.
Aunque no sabía cómo Nate había logrado llegar a la cima, el hecho de que lo hubiera conseguido era prueba suficiente: tenía poder y se lo había ganado por méritos propios. Eso hacía que la oferta de Elva careciera de sentido.
La sonrisa de Nate se hizo más profunda, llena de diversión. —Así que, a tus ojos, soy tan extraordinario.
Se inclinó y la besó de nuevo.
Corrine frunció la nariz y lo empujó con el ceño fruncido. —Deja de ser tan presumido.
—No estoy siendo presumido —dijo él con una risa—. Solo me aseguro de que sabes que merezco tu atención. Soy un buen chico.
Corrine no supo qué responder. Se limitó a suspirar.
Más tarde, esa noche, se encontró en la habitación de Nate, donde él la había convencido para que entrara.
Después de su ferviente encuentro, ella yacía envuelta en sus brazos, agotada y sin aliento.
La herida en el pecho de Nate hacía tiempo que había sanado, pero la cicatriz que había dejado era irregular y cruel, como un feo ciempiés cosido a su piel.
Sus dedos trazaron la línea irregular con toques ligeros como plumas. —¿Te duele?
La pregunta parecía sencilla, pero tenía un significado más profundo.
Nate le cogió la mano y su nuez se movió cuando su voz se redujo a un murmullo ronco. —¿Te doy pena?
—Sí —respondió Corrine en voz baja.
Nate se inclinó hacia ella y su aliento le rozó la oreja—. Me estás haciendo desearte de nuevo.
Corrine frunció el rostro.
Sin decir nada, agarró una esquina de la manta y se envolvió en ella como un capullo. —Estoy cansada. Me voy a dormir.
Nate se rió de su dramatismo. —Si realmente te vas a dormir, ¿no deberías dejarme un poco de manta?
Corrine no respondió, pero tras una breve pausa, se movió lo justo para ofrecerle una esquina.
Él no perdió tiempo, se deslizó debajo y la atrajo hacia sus brazos con facilidad.
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