El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1467
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Capítulo 1467:
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Un nudo doloroso se le formó en la garganta. El dolor era profundo y latía bajo las costillas hasta que le impedía respirar.
Dejó escapar un largo y entrecortado suspiro. El fuego que una vez iluminó su mirada se había apagado hacía tiempo. Lentamente, se puso de pie, cada movimiento lastrado por la derrota. «Siempre hay una salida», murmuró con voz baja y mirada perdida. «Pero ¿le queda algún camino a la familia Ashton?».
El silencio que siguió fue pesado, como el silencio después de un trueno. La verdad era inevitable. Con la lista negra del Grupo Ford estampada contra ellos, cualquier empresa que se atreviera a apoyar el nombre de los Ashton se estaría enfrentando a la familia Ford. Nadie correría ese riesgo.
Ese riesgo. Todos los puentes estaban quemados. Todas las puertas cerradas con llave. Esto no era solo una derrota. Era la extinción.
Con ese último pensamiento, Farris agarró su bastón ornamentado y se giró lentamente para marcharse.
Sus pasos eran desiguales, pesados. Su espalda, antes orgullosa e inquebrantable, ahora se encorvaba bajo un peso invisible que parecía envejecerlo con cada respiración.
Apenas había dado dos pasos cuando sus rodillas se doblaron. El mundo dio vueltas.
La oscuridad se apoderó de su visión. Se derrumbó.
—¡Papá!
—¡Abuelo!
Los gritos se escucharon en toda la habitación. Farris yacía inmóvil, con los labios teñidos de un aterrador tono púrpura. Su cuerpo temblaba levemente, presa del shock. El pánico se extendió como la pólvora. La familia corrió a su lado, con las voces entremezcladas en gritos y confusión.
En medio del caos, Bruce mantuvo la compostura lo suficiente como para sacar su teléfono. Sus dedos se movieron rápidamente, marcando el número de emergencias y dando la dirección.
Al otro lado de la ciudad, el ambiente no podía ser más diferente. La fiesta ya se había dispersado y su glamour se desvanecía en el recuerdo. Corrine se preparaba para regresar a la mansión Ford para pasar la noche.
En el aparcamiento, bajo la tenue luz de las farolas, Nate le cogió los dedos entre las palmas de las manos. Le presionó suavemente la mano contra el pecho, haciéndola sentir el latido constante de su corazón.
—¿Me estás diciendo que no irás a la finca Celtis en los próximos días?
Corrine asintió con la cabeza. —Has estado muy ocupado últimamente. Pensé que era mejor no molestarte.
—Nunca me molestas —dijo Nate en voz baja. Llevó la mano de ella a sus labios y le besó los dedos.
Había una sutil sonrisa en los ojos de Corrine, algo inexpresable bailando detrás de ellos. —¿Por qué no me dijiste que tu abuela iba a venir a la mansión Ford? ¿Fue una decisión repentina?
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