El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1456
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Capítulo 1456:
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Jonathan la observó alejarse, con la mirada fija hasta que su alta figura desapareció tras la esquina. Entonces, sus ojos se posaron en una parte en sombra del pasillo, que brillaba con una luz fría y enigmática. Susurró: «Los fisgones siempre tienen un final desafortunado».
En ese momento, Bruce se quedó paralizado.
Pensaba que su presencia había pasado desapercibida, pero Jonathan lo sabía todo claramente.
Tras una breve pausa, Bruce salió con cautela de su escondite. —No era mi intención escuchar.
Jonathan levantó la vista y le dirigió a Bruce una breve mirada evaluadora. —¿Ha venido aquí expresamente a buscarme, señor Ashton?
—Sí —admitió Bruce sin dudar—. Para ser sincero, estoy interesado en adquirir los terrenos del distrito sur de la ciudad. Pero, más que nada, Bruce quería el control.
La subasta de esa noche fue aparentemente justa, pero el ambiente estaba cargado de especulaciones.
Corrían rumores: todo el mundo creía que los terrenos del distrito sur estaban destinados a Moses.
Aunque los rumores solían ser poco fiables, Bruce sabía que los secretos tienden a salir a la luz con el tiempo.
Su observación de la amistosa interacción de la familia Seymour con Nate en la fiesta no hizo más que reforzar sus sospechas de que los rumores eran ciertos.
Con los limitados recursos de la familia Ashton, no podían competir con los Seymour. Sin embargo, Bruce no estaba dispuesto a renunciar a una oportunidad tan lucrativa.
Después de sopesar sus opciones, se dio cuenta de que solo tenía una carta que jugar: Jonathan.
Jonathan arqueó una ceja, con una sonrisa escéptica en los labios. —¿Qué te hace pensar que te ayudaría?
—Sé que los Seymour están haciendo su jugada —dijo Bruce—. Son cercanos a Nate y siguen sus instrucciones. Si se quedan con esos terrenos, tu posición en el distrito sur podría desmoronarse.
Jonathan bajó la mirada, ocultando su reacción. Sus dedos jugueteaban con el anillo de su dedo índice y sus labios esbozaron una sonrisa sutil y enigmática, tan seductora y peligrosa como el canto de una sirena. —Pareces bien informado sobre mis asuntos.
—Nunca me atrevería a investigar sobre usted —respondió Bruce rápidamente, con un deje de nerviosismo en la voz—. Solo lleva unos meses en Lyhaton, pero ya se ha hecho bastante prominente. No es difícil oír hablar de usted. Vengo con una propuesta de colaboración sincera. —Hizo una pausa y añadió—: Si me ayuda a conseguir las tierras del distrito sur, le prometo que no interferiré en sus asuntos.
Jonathan respondió con una mirada burlona: «Lo pensaré», antes de darse la vuelta para marcharse.
Bleacher se puso a caminar detrás de él, refunfuñando: «¿Quién se cree que es ese tipo? Negociando como si fuéramos iguales».
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