El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1455
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Capítulo 1455:
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—Solo dije que no la involucraría —dijo la voz con indolencia—. Pero dónde ha acabado… eso ha sido decisión suya. Todo lo que ha pasado ha sido consecuencia de sus propias decisiones.
Jonathan se apoyó con indiferencia en la barandilla de la escalera, haciendo girar distraídamente el anillo que llevaba en el dedo.
La tenue iluminación dejaba la mitad de su rostro en sombra, lo que añadía un encanto casi irreal a sus ya llamativos rasgos.
Con las cejas arqueadas, los labios ligeramente curvados y el brillo travieso de sus ojos, parecía un demonio con rostro de ángel.
Pero en cuanto vio a Corrine, su actitud se suavizó por completo. El brillo de sus ojos se volvió cálido y la curva de sus labios se relajó.
—Tengo algo que hacer —dijo al teléfono—. Voy a colgar.
Luego, con un movimiento fluido, colgó.
—Solo ha pasado un día, señorita Holland, pero de alguna manera parece aún más radiante.
El cumplido de Jonathan fue directo y sincero.
Corrine esbozó una leve sonrisa. —Yo diría lo mismo de usted.
—Es usted demasiado modesta. —Sus ojos se posaron en ella con naturalidad—. Con una cara como esa, no me extrañaría que fuéramos familia en otra vida.
Era claramente una broma, y Corrine no se lo tomó a pecho.
—¿Está diciendo que todas las personas guapas podrían ser familia suya? Quizá debería subir el listón.
—La belleza se manifiesta de diferentes maneras —respondió Jonathan, con un tono más pensativo—. Está la que se olvida, la que desaparece tan pronto como llega. Luego está la…
—La que deslumbra a primera vista, pero se desvanece con el tiempo. Y luego está la rara, la que la gente ansía, la que la gente prefiere destruir cuando no puede poseerla.
Hizo una pausa, con la mirada fija en ella. —Usted, señorita Holland, es del tercer tipo. El tipo que la gente prefiere destruir antes que dejar escapar.
Corrine frunció ligeramente el ceño al oír sus palabras.
Jonathan, percibiendo el cambio, le dedicó una sonrisa desarmante. —Pero no se preocupe —dijo con suavidad—. No dejaré que tengan la oportunidad.
Corrine permaneció en silencio, con la mirada fija en Jonathan, pensativa. Había algo en su forma de hablar que no le gustaba, como si hubiera algo más detrás de sus palabras.
Al cabo de un momento, esbozó una leve sonrisa. —Lo dejaré en sus buenas manos, señor Martel.
Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó.
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