El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1416
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Capítulo 1416:
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En aquellos días, Nate no veía a nadie como una amenaza. Caminaba por la vida con una confianza inquebrantable, como si el mundo entero ya le perteneciera.
Sin embargo, Kinsley especulaba que, si aparecía un rival fuerte, la profunda posesividad de Nate podría salir a la superficie.
La velada transcurrió con los cuatro disfrutando de las bebidas y de una animada conversación, perdiendo la noción del tiempo a medida que avanzaba la noche.
Cuando Nate finalmente llegó al bar para llevar a Corrine a casa, la vio sentada con las piernas cruzadas en el suelo. Estaba mirando la luna creciente como un gatito tranquilo perdido en su propio mundo pacífico.
Giró la cabeza al oír los pasos y, cuando lo vio, su rostro se iluminó con una suave sonrisa. —Has venido.
—¿Estás borracha? —preguntó Nate, frunciendo el ceño con preocupación mientras le ponía la chaqueta sobre los hombros.
—No estoy borracha —respondió Corrine, negando con la cabeza.
A pesar del fuerte olor a alcohol, sus palabras eran claras y sus pensamientos coherentes, por lo que era difícil saber si las bebidas realmente le habían afectado.
—Es tarde. ¿Quieres irte a casa conmigo? —le ofreció Nate.
—Claro —aceptó Corrine.
Corrine se puso de pie con dificultad después de estar sentada con las piernas cruzadas durante demasiado tiempo y sintió que se le entumecían las piernas. Se acercó a Nate con voz tranquila y suave. —Se me han entumecido las piernas. Llévame.
Sus ojos brillaban con una inocencia pura y brumosa, cautivadoramente seductora.
Nate tragó saliva y su expresión se intensificó. Al acercarse, su mirada se posó en las botellas de cristal esparcidas alrededor de los pies de Corrine.
Eran una mezcla de cervezas, vino y licores.
Estaba claro por qué todos los demás parecían tan alterados.
Sin embargo, Corrine parecía completamente sobria, un estado que Nate sabía que era típico en ella.
La levantó en brazos y ella se acurrucó cómodamente contra su hombro, rodeándole el cuello con los brazos. —Nate, hoy soy muy feliz.
—¿Por qué eres feliz? —Nate la miró.
Corrine se quedó en silencio.
Al notar su inusual silencio y sumisión, la expresión de Nate se volvió cautelosa. —Corrine, ¿estás borracha?
Ella respondió rápidamente: «No».
Luego, tras una breve pausa, inclinó la cabeza y repitió: «Hoy estoy muy feliz, ¿sabes?».
Al oírla decirlo de nuevo, Nate estuvo casi seguro: Corrine estaba borracha.
No dijo nada mientras la sacaba del bar.
En la entrada, Matías observó la escena. Los demás estaban tirados por el suelo. «Sr. Hopkins, ¿qué quiere que hagamos con ellos?».
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