El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1406
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Capítulo 1406:
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Por primera vez, comenzó a preguntarse: ¿la arrogancia había provocado su caída?
Ya había observado a Corrine antes. Una chica con buenos orígenes, pero nada extraordinario.
Entonces, ¿cómo había dado la vuelta al juego y cambiado el rumbo?
Sus ojos se oscurecieron. Una tormenta se gestaba en su mirada, afilada como un cuchillo, fija en Corrine. «Corrine, soy el tío de Nate. Formo parte de la familia Hopkins del Continente Independiente. Si me presionas demasiado, los ancianos de la familia no se quedarán de brazos cruzados. ¡El Consejo de Ancianos vendrá a por ti con todo lo que tienen!».
No era solo una amenaza vacía. A lo largo de los años, había estado pasando dinero en secreto a los miembros del consejo y a los ancianos de la familia Hopkins, lo suficiente para mantener su lealtad, siempre y cuando el dinero siguiera fluyendo.
Si lo derribaban, sus bolsillos se quedarían vacíos. No permitirían que eso sucediera.
—¿Y crees que tengo miedo? ¿No fuisteis tú y Claude quienes incriminasteis a mi tío? ¿Y ahora qué? ¿Pensáis volver a hacerlo? —Corrine se reclinó en la silla con una sonrisa burlona.
Bryant encogió los ojos. La miró con incredulidad.
Ella lo sabía.
¿Qué más sabía?
Su mente daba vueltas y su sonrisa se volvió extraña, su mirada adquirió un brillo peculiar. —Corrine, apuesto a que no sabes la verdadera identidad de Claude.
Corrine mantuvo la calma. —¿No te mueres por decírmelo?
Su aire de suficiencia vaciló. No esperaba que ella se mantuviera tan serena, y mucho menos que siguiera dando en el blanco.
—Cuanto más suspense, mejor es la historia —dijo, observando atentamente su rostro—. ¿Sabes por qué Nate trasladó la cumbre a Riverveille? Para ocultar tu existencia a cierta mujer. ¿Y los orígenes distinguidos de Nate? Por favor. No sabes ni la mitad de lo que mi hermano, el padre de Nate, ha estado haciendo.
Corrine frunció ligeramente el ceño.
Esas grandilocuentes afirmaciones la golpearon como una puñalada en el pecho.
Algo no cuadraba. Su instinto le gritaba que la historia era mucho más profunda.
—Señor Hopkins, ¿incluso ahora, cuando está a punto de ser deportado, le preocupa el trapo sucio de su hermano? Se viste como un noble y actúa como un caballero, pero lo único que veo es un entrometido.
Bryant se quedó desolado.
Había pasado años construyendo su imagen, disfrutando de la admiración. Y ahora, Corrine lo había destrozado con un solo insulto: entrometido.
Apretó los puños. Su pecho subía y bajaba bruscamente.
Se enorgullecía de ver a través de las personas, de manipular las situaciones a su favor. Pero frente a Corrine, se sentía completamente superado.
Ella era tan terca como pocas, como intentar empujar una montaña.
Perdiendo la paciencia, Bryant siseó: «Corrine, ¿qué tal si hacemos un trato?».
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