El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1405
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Capítulo 1405:
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—¡Quiero ver a mi abogado! —espetó, harto de juegos.
Lo único que quería ahora era salir de allí.
Mientras consiguiera volver al Continente Independiente, aún habría posibilidades de darle la vuelta a la situación.
Corrine no prestó atención a Bryant.
Este golpeó la mesa con frustración y gritó: —¡Richard, sé que estás ahí fuera! Por el bien de nuestra amistad, no te lo pondré difícil. ¡Trae a mi abogado aquí ahora mismo!
Solo oír su nombre hizo que Richard se estremeciera. Una profunda sensación de temor se apoderó de él.
Sabía que en el momento en que se puso del lado de Corrine, ya no había vuelta atrás. Tenía que romper todos los lazos con Bryant.
Tanto en la política como en el trabajo, nada era más peligroso que quedarse en medio.
Richard lo entendía muy bien. Llamó a un subordinado, le dio unas órdenes en voz baja y luego se apresuró a volver a su oficina, secándose el sudor frío de la frente mientras se alejaba del lugar.
Dentro de la habitación, Bryant no oía nada desde la puerta. El silencio se prolongaba, hundiéndole el corazón como una piedra en el agua.
La ausencia de Richard lo decía todo: se había lavado las manos con Bryant.
Sin embargo, sin Richard, salir de la comisaría sería casi imposible. Por muy capaz que fuera, necesitaba la ayuda de Richard para dar ese paso.
Al darse cuenta de ello, Bryant sintió cómo el pánico se apoderaba de él. Su calma se desmoronó y empezó a moverse nerviosamente, como un gato sobre un tejado caliente.
Se quitó las gafas y miró a Corrine. —¿Qué es exactamente lo que…?
Corrine se levantó lentamente y se acercó hasta quedar justo delante de él. Cruzó los brazos y se apoyó casualmente en la mesa, mirándolo fijamente.
Bryant, todavía esposado a la silla, intentó sentarse más erguido para sostener su mirada.
A Corrine, ese esfuerzo le pareció ridículo.
Ella lo estudió con una leve y fría sonrisa. —¿De verdad creías que la cumbre que se celebraba en Riverveille era gracias a tus intrigas entre bastidores? ¿Que algún documento y unas pruebas endebles podrían acabar conmigo?
Bryant abrió mucho los ojos. —¿Lo sabías todo desde el principio?
Su voz temblaba, no por miedo, sino por la furia de haber sido superado. Se había creído muy listo. Pero resultaba que Corrine había estado dos pasos por delante todo el tiempo.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Corrine. Sus ojos, fríos como el hielo, hicieron que un escalofrío recorriera la habitación. —Eres un poco más inteligente que Andrómaca, eso hay que reconocerlo. Te tomaste tu tiempo para tenderme trampas y colocar gente a mi alrededor. Aun así, solo eres un poco mejor que ella.
En otras palabras, por mucho que lo disfrazaran, al final habían perdido.
Bryant, ya entrado en los cincuenta y criado en una familia que todos envidiaban, dominaba desde hacía tiempo el arte de ocultar sus pensamientos tras una máscara pulida. Su fachada de caballero le había ayudado a sobrevivir a innumerables luchas de poder. Pero las palabras de Corrine hicieron añicos esa máscara.
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