El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1404
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Capítulo 1404:
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Eso lo inquietó.
Si tenía razón, Corrine no solo era inteligente, sino también impenetrable.
—Aunque no confiese, eso no significa que sea inocente. No es ciudadano de este país e intentó amenazar a los nuestros. Dejar que gente como él entre y salga libremente podría ser peligroso.
Richard captó inmediatamente lo que quería decir. Su rostro se volvió serio. —Según nuestras leyes penales, se puede denegar la entrada a cualquier persona sospechosa de terrorismo, violencia o amenaza a los intereses nacionales.
Corrine sonrió, satisfecha. —Es bueno contar con alguien como usted, justo y sensato.
—Es usted muy amable, señorita Holland.
Llegaron a la sala de interrogatorios. Richard abrió la puerta, echó un vistazo rápido a las cámaras de vigilancia y dijo: —Señorita Holland, por favor, entre rápidamente.
Corrine asintió y entró.
Bryant estaba sentado en una silla, con las manos esposadas. Cuando vio a Corrine, su máscara de calma se resquebrajó ligeramente. Sus ojos, fríos tras las gafas, se agudizaron. Apretó los dientes. —Corrine, eres increíble.
Como miembro respetado de la familia Hopkins en el Continente Independiente, nunca había sido humillado así, reducido a un delincuente común.
—Quizá sea un poco más competente que usted, señor Hopkins —respondió Corrine, cruzando las piernas con indiferencia. Su tranquila confianza era como una navaja.
Bryant entrecerró los ojos. Empezaba a entender por qué Andrómaca la odiaba.
Era demasiado segura de sí misma, arrogante, intocable y orgullosa. Era fácil sentir antipatía por ella.
Se reclinó en su asiento y la estudió con atención. —¿De verdad crees que con Nate respaldándote puedes hacer lo que te plazca?
—No realmente —respondió Corrine, levantando los ojos con indolencia—. Con él o sin él, yo soy suficiente. Su ayuda es solo la guinda del pastel. En otras palabras, Nate era útil, pero no necesario.
Bryant se rió y negó con la cabeza. —Ah, la juventud… Ciega a la gente ante la realidad.
La sonrisa de Corrine se iluminó con un toque de lástima. —Qué pena que tengas más de cincuenta años. La juventud no se puede pedir prestada.
Bryant hizo un gesto de disgusto. No supo qué responder.
Respiró lentamente para calmarse. —Señorita Holland, ya le he dicho que admiro su talento, y lo digo en serio. Pero déjeme darle un consejo. No saque conclusiones precipitadas. Hasta el final, todo puede pasar.
—Es cierto. Con Nolan cargando con la culpa, no tienes nada de qué preocuparte. Pero alguien que intenta dañar la seguridad de nuestra nación no sale impune. Podemos prohibirte la entrada al país de por vida —dijo Corrine.
El rostro de Bryant se ensombreció. Apretó los puños.
Qué jugada tan inteligente.
Si esa acusación se mantenía, lo expulsarían de Chadand para siempre, y sus planes para Lyhaton se irían al traste.
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