El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1393
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Capítulo 1393:
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Antes de que el primer oficial pudiera terminar, se oyó el sonido de pasos apresurados fuera, seguido de un fuerte golpe en la puerta de la sala de vigilancia. La puerta se abrió de golpe y alguien anunció: «¡Todos a la sala de reuniones, rápido!».
Los tres oficiales intercambiaron miradas de desconcierto. Uno se quedó atrás para seguir vigilando, mientras que los otros dos salieron apresuradamente.
En la sala de reuniones, todos miraron a su jefe de equipo, Leroy Nixon, con expresión de desconcierto.
Leroy sostenía un documento en la mano y tenía el rostro serio.
—Sé que su director ha estado ocupado con la seguridad de la cumbre industrial. No voy a complicarle las cosas. Simplemente transfiera el caso de Corrine a nuestra comisaría —dijo Arion con voz grave y autoritaria.
Leroy parecía preocupado. —Señor Hoffman, este incidente ocurrió en Riverveille —respondió—. ¿Cómo podemos entregárselo a Lyhaton…?
—¡Porque Corrine es de Lyhaton! —lo interrumpió Arion bruscamente—. Este caso aún está bajo investigación. Detuvieron al sospechoso sin avisarnos. ¿Creen que están por encima de la ley o simplemente ignoran al Departamento de Policía de Lyhaton?
Sus palabras dejaron a Leroy sin habla.
Había consultado a su director, Richard Clark, quien le había dicho que lo resolviera por su cuenta.
Dadas las circunstancias, Leroy sabía que no podía permitirse actuar de forma imprudente y había ordenado a su equipo que tratara el asunto con la máxima seriedad.
Sin embargo, no había previsto que Arion, el director de la policía de Lyhaton, interviniera de forma tan directa y exigiera la custodia del sospechoso. Como jefe de equipo, Leroy se sentía superado por el director del Departamento de Policía de Lyhaton. Al verse acorralado, no vio otra opción que pedir consejo a sus superiores.
Media hora más tarde, Richard regresó apresuradamente a la comisaría.
Leroy esperaba que la situación se volviera a su favor con la llegada de Richard, pero en lugar de eso, se encontró con un giro inesperado de los acontecimientos.
Su director, normalmente sereno, se apresuró hacia la sala de interrogatorios. Antes de entrar, se alisó cuidadosamente tres mechones de pelo que se le levantaban en la cabeza, respiró hondo y entró con una sonrisa forzada.
—Señorita Holland —la saludó cálidamente.
Corrine levantó lentamente la mirada para encontrar la de Richard, con una pizca de diversión en los labios. —Señor Clark, no esperaba que un asunto tan trivial requiriera su presencia —comentó.
—En absoluto —respondió Richard, visiblemente complacido, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia—. Solo hago mi trabajo. Confío en que lo entienda.
La postura sumisa de Richard dentro de la sala de interrogatorios dejó atónitos a los espectadores.
¿Qué demonios estaba pasando?
¿Por qué Richard, que solía ser tan arrogante, parecía no solo respetuoso, sino francamente aterrorizado por la mujer esposada?
¿Era Corrine Holland algún tipo de monstruo?
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