El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1379
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Capítulo 1379:
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La herida, situada en el lado izquierdo del pecho, estaba cosida con puntos muy juntos, que se entrelazaban como un siniestro ciempiés. Al verla, Corrine sintió una inexplicable opresión en el pecho.
La herida se había vuelto a abrir y la sangre fluía libremente, una imagen cruda y angustiante que le hizo encogerse el corazón.
Era como si algo frío le hubiera agarrado el corazón, provocándole un nudo en la garganta y haciendo que sus ojos amenazaran con traicionar sus emociones.
Armándose de valor, respiró hondo y cogió el antiséptico para limpiar la herida abierta.
«Esto puede picar un poco», advirtió en un susurro, traicionando un ligero temblor a pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura.
Una vez que terminó, Corrine le vendó la herida en silencio. Tenía los labios apretados, pero sus ojos delataban un dolor demasiado profundo como para expresarlo con palabras.
Con una voz apenas audible y llena de preocupación, dijo: «La herida se te sigue abriendo. Tienes que tener más cuidado, o si no…».
Antes de que pudiera terminar, Nate la besó, silenciando sus palabras con una fuerza que la dejó sin aliento.
Después de un momento, apoyó la frente contra la de ella, luchando por contener el fuego que ardía en su interior. Su mirada era intensa, inquisitiva. —¿Por qué crees que solo mereces esconderte detrás de mí, que no eres digna de estar a mi lado?
Corrine le devolvió la mirada lentamente.
Sus ojos tranquilos reflejaban el enfrentamiento que habían vivido la noche anterior, lo que le provocó un escalofrío de miedo que no sabía muy bien cómo interpretar.
Sin esperar su respuesta, él continuó. —Nunca te he visto débil. Puedo ser tu valor o tu armadura; lo que sea, depende de ti.
Estaba dispuesto a cargar con cualquier peso que el destino les deparara.
Corrine lo observó en silencio durante un largo momento.
Nate frunció ligeramente el ceño mientras la buscaba con la mirada. —¿Por qué no dices nada?
Ella apretó los labios y, tras una larga pausa, finalmente habló. —Solo hablaba por la ira. ¿Por qué te lo tomas en serio?
—¿Solo por la ira? —Nate le agarró suavemente la barbilla, acortando la distancia entre ellos—. ¿Estás segura de que no es algo que has estado reprimiendo, esperando una oportunidad para decirlo en voz alta?
Sus miradas se cruzaron en una batalla silenciosa. La intensidad de la mirada de Nate hizo que Corrine se sintiera expuesta, como si él pudiera ver en lo más profundo de su alma y no tuviera ningún lugar donde esconderse.
Sus pestañas se agitaron mientras se apartaba el pelo instintivamente, tratando sutilmente de evitar su mirada penetrante.
Los ojos de Nate no se apartaron ni un instante, siguiendo cada movimiento sutil, cada cambio en su expresión.
Abrumada por su escrutinio, Corrine dejó escapar un suave suspiro. —Tu secretismo y el hecho de que tomes decisiones por mí sin preguntarme… me afecta.
—Pero eso no significa que te desprecie o que piense que eres débil —dijo Nate con sinceridad—. Por muy capaz que seas, sigues siendo una mujer, mi futura esposa. Ya sea como hombre o como tu prometido, tengo derecho a protegerte. ¿Lo entiendes?
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