El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1377
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Capítulo 1377:
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Ella le apartó suavemente la mano de la mejilla y le desabrochó la camisa con cuidado, aunque su ceño se frunció al ver que la sangre seguía empapando los vendajes.
—¿Te duele?
—No —respondió Nate, observándola con atención mientras le apartaba un mechón de pelo detrás de la oreja y le rozaba el lóbulo con los dedos.
El suave contacto le provocó una oleada de calor, pero ella le apartó la mano con fingida ira. —¡Tonterías! ¿Cómo no te va a doler? Aunque se decía que el tiempo curaba todas las heridas, las lesiones de Nate distaban mucho de ser leves, y ella sabía que requerían algo más que paciencia.
Lo guió con cuidado hacia su dormitorio y lo acomodó en el sofá con la mayor delicadeza posible.
—¿Dónde están Matías y Saúl? —preguntó, con voz llena de preocupación y una silenciosa urgencia, mientras le quitaba la camisa.
Nate dudó, con aire pensativo. Al ver su silencio, Corrine se rió entre dientes, con un toque de humor en la voz. —En tu estado, no te habrían dejado salir solo.
—A veces eres demasiado lista para tu propio bien —suspiró él, con evidente afecto en los ojos.
Corrine arqueó una ceja y frunció los labios en señal de fingida frustración. —¿Dónde están?
Su instinto le decía que, dada su presencia inquebrantable, habían traído suministros médicos. Sabía que el botiquín de primeros auxilios del hotel no sería suficiente para atender sus heridas.
—En la suite contigua —respondió Nate finalmente.
Al oírlo, Corrine se dio la vuelta, dispuesta a irse, pero antes de que pudiera dar un paso, la mano de Nate se extendió, agarrándola con fuerza y tirando de ella hacia él.
El tirón inesperado la hizo tambalearse ligeramente. Para evitar chocar contra su pecho, se apoyó con el brazo en el respaldo del sofá.
Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, la otra mano de Nate le acunó la cabeza y la atrajo hacia él para besarla.
En el instante en que sus labios se encontraron, el aire entre ellos se densificó con una intensidad cargada, como si todo lo que habían dejado sin decir se liberara de repente.
Corrine se hundió de rodillas en el sofá y se encontró arrodillada ante él, con la mano de él sujetándola por la cintura mientras el deseo se apoderaba de ambos.
La mano de Nate se deslizó bajo ella…
La mano de Nate se deslizó bajo su blusa, y el calor de su palma le provocó una sacudida de conciencia que la sacó de la intensidad del momento.
Sus manos sobre su pecho lo empujaron suavemente, rompiendo la conexión.
—Me voy a la suite de al lado.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la habitación.
Nate se dejó caer en el sofá y soltó un largo y profundo suspiro. Era vagamente consciente de que algo presionaba contra su pierna, algo duro y desconocido.
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