El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1376
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Capítulo 1376:
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Sus palabras cayeron como la lluvia más suave, cada una con un trasfondo de vulnerabilidad que removió algo profundo en su interior.
«Corrine, por favor… perdóname», repitió, con voz suave y desesperada.
La forma en que su nombre se deslizó de sus labios era como una suave melodía, sencilla pero llena de una ternura que parecía llegar hasta lo más profundo de su corazón. Sus repetidas disculpas no eran solo palabras, sino súplicas sinceras.
Sus palabras eran más que simples sonidos; eran una silenciosa súplica de perdón, una petición para aliviar el dolor entre ellos.
Una extraña emoción se retorció en el interior de Corrine, subiendo rápidamente a su garganta y dejándola con un sentimiento amargo e inexpresable.
Su silencio se prolongó y Nate, sintiendo su incertidumbre, notó cómo la inquietud se apoderaba de él.
Apretó más fuerte la cintura de Corrine, acercándola hacia sí como si intentara borrar la distancia entre ellos.
El pecho de ella, que se presionaba contra el de él, se humedeció y Corrine notó de repente un cambio brusco en el aire.
Frunció el ceño al sentir un olor familiar e inquietante que llenaba la habitación: el olor de la sangre.
En un instante, su expresión cambió. Se apartó de él, con los ojos muy abiertos por la repentina comprensión.
Sin decir una palabra, buscó la tarjeta de la habitación, la introdujo en la puerta y encendió las luces.
El brillo repentino la hizo entrecerrar los ojos, pero mantuvo la mirada fija en Nate.
Su mirada se posó en su camisa negra, ahora empapada de sangre. Una rápida mirada hacia abajo reveló que también había manchas carmesí en su blusa de seda.
La preocupación se reflejó en sus ojos. Se acercó y rápidamente tiró de la camisa de Nate para descubrir los vendajes que había debajo.
La visión de la tela empapada de sangre le provocó una oleada de preocupación. Sus ojos ardían de preocupación, pero sus labios permanecían apretados, tratando de contener sus emociones.
Al ver su expresión de dolor, Nate relajó la mandíbula y se relajó, llevando una mano a la cintura de ella mientras con la otra le acariciaba suavemente la mejilla.
—¿Ya no estás enfadada? —preguntó en voz baja.
Corrine negó con la cabeza y, con manos temblorosas, levantó las suyas para tomar las de él, con la voz cargada de emoción. —Si sigo enfadada… ¿pensarías que estoy siendo irrazonable?
—¿Cómo podría pensar eso? —Los labios de Nate esbozaron una leve sonrisa mientras acariciaba su mejilla con el pulgar, con los ojos llenos de un afecto inequívoco—. Para mí, todo lo que haces está bien.
Sus palabras, casuales pero llenas de un favoritismo tranquilo e innegable, hicieron que su corazón se acelerara inesperadamente.
Una cálida oleada se extendió por su pecho y no pudo evitar sonreír.
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