El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1372
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1372:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«El Llanero Solitario me reveló tu paradero. No fue difícil seguirte la pista». Sacó una pequeña caja, no más grande que un estuche de anillos, y se la entregó. «Esto te ayudará a suprimir las toxinas de tu organismo. He analizado tu sangre. Las toxinas son hereditarias. Para eliminarlas por completo, tendrás que encontrar su origen».
Dentro de la organización Llama Roja, solo Leif conocía la condición de Corrine. No podía ocultárselo al hombre responsable de mantenerlos con vida.
Cuando sufrió una recaída repentina, fue Leif quien la estabilizó. Sin él, no lo habría conseguido.
Giró la caja entre sus manos, cuya superficie lisa le calentaba la palma, antes de cerrar los dedos con fuerza alrededor de ella.
Sus labios esbozaron una sonrisa de agradecimiento. —Gracias.
Leif frunció el ceño. —No hace falta que seas tan formal conmigo.
Corrine se encogió de hombros, y sus ojos reflejaron la luz del bar como estrellas en el mar. —Es la fuerza de la costumbre.
Leif señaló la arena con la cabeza. —Bebe con moderación. ¿Te apetece dar un paseo?
Corrine dejó a un lado su bebida. —¿Por qué no?
Caminaron por la playa, intercambiando historias y risas sobre muchas cosas. Cuando el cielo se oscureció, Leif miró su reloj. —Se está haciendo tarde. ¿Quieres que te lleve de vuelta?
Ella asintió. —Claro.
Cuarenta minutos más tarde, el coche se detuvo frente al hotel. Corrine buscó el cinturón de seguridad y lo desabrochó mientras se preparaba para salir, cuando Leif le preguntó de repente: «¿De verdad no piensas irte a casa?». Su mano se detuvo en medio del movimiento.
Bajó la cara para ocultar sus emociones. Tras un breve silencio, levantó la barbilla con expresión firme. «Volveré».
La sede de la Llama Roja había sido su hogar. Por supuesto que quería volver.
—Todos te estamos esperando —dijo Leif con sencillez.
Corrine asintió, abrió la puerta y salió a la noche. Al acercarse al hotel, se dio cuenta de que había mucho menos personal de vigilancia merodeando por los alrededores.
A simple vista, todo parecía normal. Pero sentía una leve inquietud en su interior.
Haciéndose a un lado, sacó la llave de su habitación y entró.
Cuando la puerta se abrió, la luz del pasillo se derramó en la oscuridad como un foco, atravesando las sombras. Al entrar, sintió un cambio en el aire.
Había alguien más allí, un intruso.
Corrine se puso en guardia, con una mirada feroz y ardiente detrás de sus ojos.
Se dispuso a retroceder, tensando los músculos, pero el intruso fue más rápido. Una mano se extendió, agarrándola por la muñeca y tirando de ella con fuerza hacia el interior de la habitación.
Corrine lanzó un puñetazo instintivamente, pero su oponente se movió como una sombra, ya en sintonía con su ritmo. Le agarró la muñeca en el aire, con suavidad y sin esfuerzo, como si hubiera ensayado ese momento cientos de veces antes.
.
.
.