El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1369
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Capítulo 1369:
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Mandy soltó un largo suspiro mientras sus ojos recorrían el mensaje de su teléfono. Murmuró entre dientes: «Nos contrataron como guardaespaldas y aquí estamos, haciendo de casamenteros como si fuera parte de nuestro trabajo».
La cumbre de ese día se centró en presentaciones corporativas que mostraban casos de éxito.
Cada empresa tuvo que sortear su turno en el programa. La suerte del Grupo Ford no pudo ser peor: Emily había sacado el último turno.
Eso significaba que tenían que quedarse allí hasta el final.
Sin otra opción que permanecer sentada, a Corrine le dolía la espalda por la postura rígida y prolongada.
Cuando terminó el último ponente, se levantó de su asiento, giró los hombros e inclinó la cabeza para estirar el cuello. Sin decir una palabra, salió de la sala de conferencias.
Mientras bajaba los escalones de piedra, su teléfono vibró en su bolso. Echó un vistazo a la pantalla y algo cambió en su expresión. Miró por encima del hombro. —Id vosotros. Tengo algo que hacer.
Dicho esto, se dio la vuelta y se dirigió hacia un coche negro aparcado al lado de la carretera.
Mandy lo vio todo. No había visto el mensaje, pero fuera lo que fuera, sin duda había devuelto la vida a los ojos de Corrine. Dada la situación actual entre ella y Nate, era imposible que el mensaje fuera de él.
Eso planteaba una pregunta: si no era Nate, ¿quién?
Una extraña tensión se apoderó del pecho de Mandy. Sin darse cuenta, dio un paso adelante. —Señorita Holland, permítame acompañarla.
Corrine se detuvo y miró hacia atrás, con la mirada aguda e inquebrantable. —No es necesario —dijo con frialdad—. Tengo un recado personal que hacer. El equipo podría salir esta noche, así que quédese con ellos. Mantenga los ojos abiertos, asegúrese de que no pase nada.
La excusa era poco convincente. Cualquiera podía darse cuenta de que Corrine solo quería quitarla de en medio.
Mandy frunció los labios mientras intentaba mantener un tono profesional. —Señorita Holland, mi deber es protegerla…
—Exacto. Protegerme a mí. La voz de Corrine se volvió más fría y entrecerró los ojos. —Deberías saber la diferencia entre proteger a alguien y vigilarlo. Tengo derecho a mi privacidad, sin que nadie, y mucho menos un extraño, me esté vigilando.
Las palabras la golpearon como una bofetada. Mandy se quedó paralizada.
Corrine no solo se refería a ella. Esa última frase iba dirigida directamente a Nate.
No hay nada peor que una mujer despechada.
Corrine mantuvo la mirada fija en ella un momento más, asegurándose de que el mensaje calara, y luego se dio la vuelta y se alejó. Cruzó la calle sin dudarlo y se dirigió directamente al Range Rover negro que esperaba al otro lado.
Mandy se quedó atrás, con los instintos en alerta. No podía ignorar lo que había visto. Se retiró a un rincón tranquilo, sacó el teléfono y marcó el número de Nate.
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