El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1366
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1366:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Como heredera del Grupo Financiero Universo, Kinsley ya había conocido a Nate. Había visto el brillo frío de sus ojos, el tono autoritario de su voz. Despiadado era quedarse corto para describirlo.
En cuanto a estatus, poder y presencia, Nate estaba en una liga propia.
Nadie podía negar que había nacido para la grandeza, destinado a liderar, admirado, temido y seguido.
Corrine reflexionó sobre las palabras de Kinsley, entrecerrando ligeramente los ojos. —¿Lo conoces de antes?
—Conoce a mi padre —respondió Kinsley con frialdad.
Había sido hacía años y, lógicamente, no debería recordar un encuentro tan breve.
Pero lo recordaba.
Aquella noche, en el gran banquete, lo había visto. Nate bajó la escalera de caracol con un elegante traje negro, moviéndose como si fuera el dueño del suelo que pisaba.
Las brillantes luces del techo caían como oro líquido, proyectando sombras nítidas sobre los rasgos de su rostro. Cada línea cincelada se revelaba con gran definición, como si hubiera sido esculpida por una mano divina.
Había algo majestuoso en su porte, un aire distante e intocable que se desprendía de sus huesos. Lo envolvía en una calma intimidante, de esas que llaman la atención.
No necesitaba moverse. Ni siquiera necesitaba hablar. Su sola presencia llenaba todo el espacio, extendiéndose por la sala como una fuerza mareal.
Y todo eso —su fuerza, su aplomo, esa distancia inquietante— lo poseía con solo veintidós años.
Kinsley parpadeó para salir de su recuerdo y desvió la mirada bruscamente. —¿Por qué habéis estado discutiendo?
Corrine había pasado toda la noche dándole vueltas a esa pregunta en su cabeza como un fantasma inquieto. Por más que lo pensara, no podía creer que hubiera hecho nada malo. Sin embargo, tampoco podía culpar a Nate. Era como estar en la cuerda floja entre su orgullo y su dolor.
Tras innumerables horas de silencio y con el corazón oprimido por la incertidumbre, solo había llegado a una conclusión: quienquiera que hubiera herido tan profundamente a Nate estaba en el lado equivocado.
Pero estaba demasiado cansada para desentrañar ese enredo de nuevo. —No es nada —dijo Corrine en voz baja, haciendo caso omiso de la pregunta—. ¿No es normal que las parejas discutan de vez en cuando?
Kinsley la miró con aire significativo, arqueando una ceja con picardía. Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Kinsley. —Cariño, nada de tu comportamiento desde anoche ha sido normal.
Se inclinó hacia delante y su tono se volvió más serio.
—Dime la verdad. ¿Te estaba engañando Nate?
La pregunta golpeó a Corrine como una bofetada de agua fría.
.
.
.