El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1358
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Capítulo 1358:
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En esta situación, era difícil distinguir el bien del mal.
Nate no estaba necesariamente equivocado: su secretismo tenía como objetivo evitarle preocupaciones y peligros, no engañarla.
¿Entonces ella estaba equivocada?
Quizás.
Desde el momento en que decidió estar con Nate, tal vez no debería haber intentado demostrar su valía ni compartir sus dificultades, sino aceptar una vida protegida como esposa trofeo.
Corrine miró el rostro solemne de Nate, no dijo nada más y se dio la vuelta para marcharse.
Esta vez, Nate no hizo ningún movimiento para detenerla, y la observó en silencio mientras desaparecía de su vista.
Un pesado silencio llenó el pasillo.
Matías y Saúl intercambiaron miradas inquietas, sin atreverse a acercarse a Nate, temerosos de las consecuencias.
Mientras dudaban, las vendas que envolvían el cuerpo de Nate se tiñeron gradualmente de rojo, filtrándose a través de la bata del hospital.
A pesar de ello, Nate permaneció inmóvil, aparentemente insensible al dolor ahora que Corrine se había marchado.
Incapaz de quedarse mirando, Matías dio un paso adelante.
—Señor, deberíamos atender sus heridas primero —sugirió, con voz teñida de preocupación.
Nate parecía no responder, perdido en sus pensamientos.
Al observar la palidez y la fragilidad de Nate, Matías volvió a hablar. —La señorita Holland se enfadará aún más si le pasa algo.
Al oír esto, Nate pestañeó ligeramente, mostrando un atisbo de reacción antes de levantarse lentamente para marcharse.
Tambaleó, pero Matías lo sujetó rápidamente.
—¡Señor, tiene fiebre! —exclamó Matías al notar la piel febril de Nate. Normalmente, la fiebre no sería motivo de alarma, pero dada la reciente experiencia de Nate con la muerte y la evidente reapertura de su herida, era motivo de preocupación.
—¿Cómo piensas explicar esto? —preguntó Vulture, mirando a Nate, que había regresado con expresión preocupada.
Vulture había esperado aclarar los malentendidos con Corrine, pero ahora ella era inaccesible, ya que había bloqueado sus llamadas.
Se sentía tratado injustamente. Había intervenido para proteger a Nate en nombre de Corrine, pero ahora ella parecía irreconciliable.
Frustrado, Vulture tiró el teléfono al sofá, encendió un cigarrillo e inhaló profundamente.
—¿No dijiste que todo estaba arreglado? —le espetó a Nate—. Me aseguraste que el hotel era seguro, ¿cómo ha podido marcharse sin dar señales de vida?
Nate permaneció en silencio, con el rostro sombrío, mientras el médico atendía sus heridas.
Su formidable presencia llenaba la habitación, haciendo sudar al médico a pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura. En ese momento, se oyó el sonido de unos pasos firmes que se acercaban.
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