El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1338
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Capítulo 1338:
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En medio de los murmullos, Bryant soltó un suspiro silencioso, teñido de pesar. «Con una sola palabra, podría cortar el sustento financiero del Grupo Ford», reflexionó, con voz cargada de lo que parecía ser una renuente lástima.
Corrine se volvió hacia él, con la mirada indescifrable. Un destello de sarcasmo bailó en sus ojos. Si iba a regodearse en su difícil situación, más valía que lo hiciera abiertamente en lugar de fingir compasión. Al menos así parecería menos insincero.
Ella respiró hondo, tratando de calmarse. —Agradezco su preocupación, señor Hopkins, pero tengo algo que hacer. La señorita Atkinson necesita ayuda con su vestido. Si me disculpa.
Sin decir nada más, pasó junto a él, con la postura firme y sin mirarlo a los ojos ni una sola vez.
Bryant se volvió, siguiendo con la mirada la figura que se alejaba. La sonrisa despreocupada que lucía hacía unos instantes se desvaneció, sustituida por algo más oscuro: una burla que se dibujaba en los labios.
Sin Nate a su lado, ¿cuánto tiempo podría mantener esa actitud desafiante?
Corrine sintió la mirada de Bryant posada en ella mientras se alejaba. Era una mirada aguda, implacable, como la de un depredador escondido entre la hierba, paciente y calculadora. Le provocó un escalofrío instintivo.
Salió del salón y entró en el jardín.
La zona, cuidadosamente ajardinada, estaba bañada por una niebla inquietante, y los vapores se arremolinaban entre los bosquecillos esculpidos.
La humedad se adhería a su piel, fría y pegajosa, añadiendo un peso inquietante al momento.
Las palabras de Bryant le rondaban por la cabeza, con un significado innegable.
Solo había una persona con el poder de alterar el programa y el lugar de la cumbre de forma tan repentina. Nate.
¿Por qué Nate cambiaría en secreto el lugar de la cumbre?
¿Qué intentaba ocultarle?
Las palabras de Bryant tenían como objetivo inquietarla, sembrar dudas donde no deberían haber echado raíces. Sin embargo, a pesar de conocer su intención, no podía evitar la sensación de que había algo de verdad en su manipulación.
Frunció el ceño y sus agudos ojos se oscurecieron, pensativos. Exhalando lentamente, apartó la inquietud que se apoderaba de sus pensamientos y desvió la mirada de los bosquecillos envueltos en niebla hacia Mandy.
Algo brilló en la expresión de Mandy en el momento en que sus ojos se encontraron: una breve vacilación, un ligero endurecimiento de su postura. ¿Pánico? ¿Ansiedad? Fuera lo que fuera, pasó demasiado rápido como para descifrarlo.
Sintiéndose observada, Mandy se volvió, ocultando cualquier rastro de inquietud. —Señorita Holland, ¿pasa algo? —preguntó.
Corrine consideró seguir insistiendo, pero descartó la idea con un pequeño movimiento de cabeza. —No, nada.
Cuando se dieron la vuelta para marcharse, una presencia repentina se cernió ante ellos. Un hombre vestido de negro dio un paso adelante, su figura alta e imponente exigía atención sin esfuerzo.
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