El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1335
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Capítulo 1335:
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Un vestido de terciopelo juguetón, de rica textura, se ceñía a su esbelta figura, realzando su encanto de muñeca, como una princesa salida de un cuento de hadas infantil.
—Señorita Holland. —La voz vino de un lado.
Corrine giró ligeramente la cabeza. Bryant había aparecido a su lado, con su comportamiento sereno e imperturbable como siempre.
El traje a medida que cubría sus anchos hombros no hacía más que reforzar la impresión de elegancia meticulosa.
Ya había visto esa misma expresión serena antes, en el complejo turístico de la isla: tranquila, refinada, que destilaba una elegancia natural.
Él bajó la mirada para encontrarse con la de ella. —Señorita Holland, ¿podemos hablar en privado?
Corrine miró rápidamente su teléfono, leyó el último mensaje y lo dejó sobre el reposabrazos. Lentamente, se recostó y lo miró con una sonrisa tenue e indescifrable. —¿Y de qué desea hablar, señor Hopkins?
Los ojos oscuros de Bryant se mantuvieron fijos, con los labios curvados en una sonrisa cortés e indescifrable. Sin embargo, bajo esa máscara de cortesía, su mirada transmitía una agudeza inconfundible. —Señorita Holland, no puedo evitar notar que parece albergar cierta hostilidad hacia mí.
Corrine arqueó una ceja, con tono indiferente. —¿Ah, sí? ¿Y qué le da esa impresión?
—Lo admita o no, preferiría que dejáramos de lado cualquier… idea preconcebida. —La sonrisa de Bryant se mantuvo, aunque sus palabras tenían peso—. Tengo mucha confianza en sus habilidades y creo que una colaboración entre nosotros podría ser beneficiosa para ambos. Ya ha oído los anuncios. Como subdirector del comité organizador de la cumbre, me gustaría hacerle una invitación. ¿Consideraría unirse a nosotros?
Corrine bajó la mirada, ocultando con las pestañas la fugaz diversión de sus ojos. Sus dedos tamborileaban ligeramente contra su sien, y su lenguaje corporal transmitía una indiferencia natural. —Me temo que se llevará una decepción. Prefiero trabajar sola. No me siento especialmente cómoda en… entornos grupales.
Bryant permaneció impasible. —La independencia es admirable —reconoció con voz suave y deliberada—. Pero tenga cuidado, señorita Holland. Si juegas con fuego, incluso las manos más cuidadosas se queman. Nadie es intocable. No para siempre».
Su mirada no se desvió ni un instante, observándola atentamente, midiendo cada sutil cambio en su expresión. «El estatus de la familia Ford en Lyhaton es innegablemente formidable», continuó. «Pero el poder no es eterno. El cambio es inevitable. ¿De verdad crees que aliarte con Nate garantiza tu seguridad?».
Sus palabras tenían el tono de un mentor experimentado que aconseja a un alumno imprudente, pero bajo la cortesía brillaba una navaja de burla.
A los ojos de Bryant, la familia Ford, a pesar de ser la más rica de Lyhaton, no era más que un nombre insignificante en un papel. ¿Y Corrine? Solo otra mujer que sobrevivía aferrándose a hombres poderosos. Sin Nate, no era nada.
Un destello cruzó la mirada de Corrine al oír sus palabras, una sutil ondulación en la tranquila superficie de su expresión.
Lentamente, levantó los ojos para encontrar los de Bryant.
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