El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1334
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Capítulo 1334:
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El gran auditorio, con capacidad para más de mil asistentes, se fue llenando poco a poco.
A las ocho en punto, la cumbre comenzó oficialmente.
Los periodistas se agolpaban cerca del escenario, con las cámaras preparadas para capturar cada momento.
Guiados por los acomodadores, los organizadores salieron por la entrada lateral y subieron a la plataforma elevada.
Mientras la delegación se acomodaba en sus asientos, la mirada de Corrine se posó instintivamente en Bryant, sentado en el centro, cuya presencia imponía respeto.
Como si sintiera su mirada, Bryant levantó la cabeza.
Sus miradas se cruzaron. Una lenta sonrisa cómplice se dibujó en sus labios, breve pero deliberada, antes de apartar la mirada con naturalidad y entablar conversación con quienes le rodeaban.
En el estrado, un representante de los organizadores tomó el micrófono y se dirigió al público. Habló del objetivo principal de la cumbre: establecer alianzas clave. Un murmullo se extendió entre los asistentes.
«No es de extrañar que haya tantos gigantes internacionales aquí», susurró alguien. «Buscan asociaciones muy lucrativas».
«¿Ves al hombre del medio?», intervino otra voz. «Su trayectoria no es ninguna broma. Si te ganas su favor, nunca más tendrás que preocuparte por el dinero».
Corrine escuchaba, sus palabras apenas eran un susurro en su mente. Bajó la mirada y hojeó los documentos que tenía en las manos, con una enigmática sonrisa en los labios.
La ceremonia de apertura se desarrolló con una procesión de discursos, en los que cada representante e iniciador se adelantó para inaugurar oficialmente la cumbre del sector. El aire vibraba con formalidad, en un ciclo interminable de presentaciones y agradecimientos que se prolongó durante más de una hora.
Una sensación de cansancio se apoderó de la multitud: sutiles cambios en la postura, bostezos reprimidos, miradas fugaces hacia el reloj. Entonces, justo cuando el nerviosismo comenzaba a apaciguarse, Bryant subió al escenario con un anuncio que reavivó el interés de la sala.
La cumbre seleccionaría a candidatos de diversos sectores de desarrollo y les concedería no solo financiación y recursos, sino también el prestigioso título de empresa o individuo avanzado. Más allá de las recompensas materiales, se les ofrecería un codiciado puesto en la Cámara de Comercio, un honor que conllevaba tanto prestigio como influencia.
Estallaron los aplausos y los murmullos de emoción se extendieron por la sala. Pero mientras el entusiasmo crepitaba en el aire, Corrine permanecía como un oasis de calma en medio de la marea creciente.
Pasó el intermedio sentada con una pierna cruzada sobre la otra, deslizando los dedos perezosamente por la pantalla de su teléfono, imperturbable ante el ambiente electrizante que la rodeaba.
Se acercaron unos pasos, ligeros pero decididos. Levantó la mirada, con expresión indescifrable.
La mujer que tenía delante parecía tener unos veinticinco años. Sus grandes ojos redondos asomaban bajo el flequillo, rebosantes de una inocencia ajena al peso de los negocios.
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