El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1299
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Capítulo 1299:
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Parecía que la diosa Fortuna le había dado la espalda a Corrine por el momento. Volvió a perder.
Apoyando la barbilla en la mano, dejó escapar un suave suspiro, con una expresión que mezclaba preocupación fingida y elegante resignación. Era como si la derrota no le afectara, pero una sutil vulnerabilidad se sumaba a su encanto.
Jonathan se recostó en su silla, saboreando su victoria mientras observaba la creciente pila de fichas que tenía ante sí. Una sonrisa triunfante se dibujó en sus labios. —Parece, Nate, que los muelles del norte pronto serán míos.
—¿Ah, sí? —Corrine interrumpió antes de que Nate pudiera hablar—. Puede que los recupere en la próxima ronda.
Los ojos del crupier brillaron con burla ante sus palabras.
En el mundo de los casinos, los jugadores eran como polillas atraídas por la luz, siempre aferrados a la esperanza de remontar, sin saber cuándo retirarse. Corrine, como tantos otros antes que ella, parecía destinada a caer más profundamente en la trampa de las falsas esperanzas.
Comenzó la tercera ronda y, esta vez, Corrine lucía una expresión de calma y determinación, observando cada movimiento del crupier con un toque de diversión en los ojos.
Después de un momento, empujó todas sus fichas hacia delante. «Todo», declaró.
Jonathan arqueó una ceja, con la mirada tan aguda como siempre. «Veo».
En ese momento, el bote había ascendido a la asombrosa cifra de 200 millones, y lo que estaba en juego no podía ser mayor.
Si Jonathan ganaba, no solo se llevaría las fichas, sino que los muelles del norte también serían suyos.
Jonathan reveló sus cartas primero, con una sonrisa cada vez más amplia. «Veinte puntos otra vez».
El aire estaba cargado de certeza. La victoria parecía suya.
«¿Ah, sí?», respondió Corrine con indolencia, apoyando la barbilla en la mano mientras daba la vuelta a sus cartas, una a una. «Lástima que te falte un punto».
Su mano: veintiún puntos.
Un punto más que Jonathan.
Jonathan abrió los ojos como platos, con expresión de incredulidad.
En el blackjack, un veinte perfecto era raro, pero ¿veintiuno? Un blackjack era casi un mito.
Y, sin embargo, Corrine le acababa de asestar el golpe de su vida.
Rápidamente recuperó la compostura y levantó la barbilla con una sonrisa arrogante. —Esta vez has tenido suerte.
Corrine sonrió con frialdad, sin apartar la mirada. «No ha sido solo suerte», dijo, cruzando las piernas y recostándose con la tranquilidad de quien no tiene nada que demostrar. «Debo dar las gracias a este encantador crupier por su… ayuda para manipular las cartas. Si no, nunca habría ganado».
El crupier se quedó pálido, con los ojos muy abiertos por el miedo.
Durante toda la partida, el joven crupier había estado manipulando las cartas a escondidas, tratando de asegurar la victoria de Jonathan.
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