El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1297
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Capítulo 1297:
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Corrine se presionó las sienes con los dedos y se las masajeó brevemente antes de negar con la cabeza. —Nada.
La aguda mirada de Jonathan se posó en su tez y, aunque su expresión seguía siendo indescifrable, sus dedos se cerraron en un puño dentro del bolsillo. Por un momento, pareció que iba a decir algo, pero se tragó las palabras y exhaló por la nariz. Tras una pausa, su voz sonó serena pero firme. —Bleacher, tráele una taza de café.
Se sentaron a la mesa de juego y, al poco, Bleacher regresó con una taza de porcelana en la mano. La colocó ante Corrine con elegancia y destreza. —Señorita Holland, tome un café, por favor.
Corrine inclinó ligeramente la cabeza, pero no hizo ademán de aceptarla. Jonathan se rió entre dientes, con un brillo cómplice en los ojos. —No recurro a trucos como envenenar a la gente.
«No me refería a eso. Estás pensando demasiado», respondió ella con voz ligera, pero con un tono de cautela. Aun así, extendió la mano hacia la taza.
Al levantar la tapa, su expresión vaciló.
El vapor desprendía un sutil aroma, un ligero olor medicinal magistralmente enmascarado por el aroma del café. Para un paladar inexperto, habría pasado desapercibido. Pero Corrine había crecido tomando diversos remedios y su olor le resultaba muy familiar.
Dio un sorbo tentativo. Inesperadamente, el sabor no era ni amargo ni fuerte. En cambio, un suave dulzor permaneció en su boca, seguido de una sensación refrescante que se extendió desde la lengua hasta las sienes, aliviando la tensión en su cabeza casi al instante.
Al otro lado de la mesa, Jonathan hacía rodar distraídamente un par de dados entre los dedos, con la mirada fija en ella, estudiando cada pequeño cambio en su expresión.
Al notar que el color volvía sutilmente a su rostro, exhaló, aunque su alivio quedó enmascarado por su habitual indiferencia. Se volvió hacia Bleacher, con tono casual pero con un matiz de aprobación. —Tu bonificación se duplica este mes.
Bleacher abrió los ojos con sorpresa antes de inclinarse ligeramente, con la voz rebosante de gratitud. —¡Muchas gracias, señor!
Jonathan se burló, con una sonrisa en los labios. «Basta de halagos. Envía a un distribuidor de confianza».
Bleacher asintió y desapareció brevemente, para regresar con un distribuidor a cuestas. Era el apuesto joven que Corrine había conocido antes en la mesa de juego.
En cuanto el joven entró en la sala, su mirada recorrió instintivamente a los jugadores. Pero cuando sus ojos se posaron en Corrine, se quedó paralizado. La sorpresa se reflejó en su rostro antes de que se apresurara a ocultarla.
Jonathan, siempre observador, no pasó por alto la vacilación. Su voz, aunque perezosa, contenía una amenaza apenas velada. —Sigue mirando y te arrepentirás.
Una sombra de pánico cruzó el rostro del crupier. Bajó rápidamente la mirada, pero la tensión en sus hombros delató su inquietud. Incluso mientras ocupaba su lugar en la mesa, sus miradas de reojo hacia Corrine persistieron, con una curiosidad apenas disimulada.
Los que trabajaban en este casino conocían bien a su jefe. Un tramposo pillado en el casino debía ser castigado con dureza. Sin embargo, allí estaba Corrine, ilesa, bebiendo café como si nada hubiera pasado.
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