El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1287
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Capítulo 1287:
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Cuando llegó, la mirada aguda de Bleacher se fijó en Corrine, que estaba en la mesa de juego. Varios hombres vestidos con trajes oscuros yacían tirados en el suelo, agarrándose el estómago, con el rostro retorcido por el dolor y los gemidos ahogados por la pesada atmósfera.
La escena era despiadada.
Bleacher se burló, con incredulidad en su tono. «¿De entre toda la gente, se han metido con ella?». Sus ojos se posaron en los hombres que estaban de pie cerca, sin hacer nada, y la irritación brilló bajo su aparente calma. «¿A qué esperáis? ¡Sacadlos de aquí!».
Mientras sus órdenes se cumplían rápidamente, su expresión se suavizó y se volvió hacia Corrine, cambiando de actitud.
—Señorita Holland —murmuró con voz más suave, casi reverente—. Perdóneme por no haberla recibido como es debido a su llegada.
Detrás de él, sus hombres intercambiaron miradas atónitas.
Corrine levantó la mirada, con una expresión gélida e inquebrantable. —¿Dónde está su jefe? Lléveme con él.
Bleacher dudó un instante antes de responder: —Mi jefe está en una reunión. Señorita Holland, por favor, sígame a la sala de recepción mientras espera.
Sin decir nada más, Corrine saltó de la mesa e inclinó ligeramente la barbilla, en una orden silenciosa. —Pase delante.
Se comportaba con una arrogancia fría e inquebrantable, del tipo que la hacía fascinante e intocable. Una rosa blanca espinosa, hermosa, pero armada con un aguijón.
Bleacher no pudo evitar establecer la comparación. Tenía la misma presencia inflexible que su jefe.
Después de acompañarla a la sala de recepción, se dio la vuelta y se dirigió a la oficina de Jonathan.
Esta vez, eligió su enfoque con prudencia.
Sin preámbulos, le mostró a Jonathan una fotografía de Corrine en su teléfono.
La mirada aguda de Jonathan se posó en la imagen y, por un instante, una suavidad desconocida brilló en sus ojos. —¿Dónde está?
—En la sala de recepción —respondió Bleacher.
Jonathan le devolvió el teléfono—. Asegúrate de que la traten bien.
Bleacher asintió. —Entendido.
Transmitió el mensaje palabra por palabra a sus subordinados antes de dirigirse a la sala de vigilancia.
Pero sus subordinados interpretaron la orden de otra manera.
Siempre habían entendido que «cuidado extra» significaba algo completamente diferente.
En cuanto Bleacher se marchó, los hombres vestidos con trajes oscuros rodearon a Corrine, con la mirada llena de un deseo que no tenía nada que ver con los negocios.
Habían visto innumerables rostros en este casino, pero ninguno como el suyo. Era especial, una presencia que exigía atención, quisiera ella o no. Sus miradas se volvieron descaradas, su interés ardía bajo sonrisas apenas disimuladas. Como una presa solitaria atrapada en los ojos de lobos hambrientos.
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