El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1286
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Capítulo 1286:
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Mientras tanto, un miembro del personal de la sala de vigilancia apartó la mirada del monitor y la dirigió hacia Bleacher, que estaba recostado en un sofá, y le informó con urgencia: «¡Tenemos un problema en el casino!».
«Veamos quién está causando problemas», murmuró Bleacher, con un cigarrillo colgando de los labios. Cuando reconoció a Corrine en el monitor, gimió. «Oh, no, ella otra vez no».
Recordaba perfectamente la formidable derrota de Corrine contra ocho oponentes.
—¿La conoces? —preguntó el miembro del personal, curioso.
Bleacher no respondió, perdido en sus pensamientos.
A pesar de sus años de lealtad a Jonathan, seguía sin entender los sentimientos de su jefe hacia Corrine.
Jonathan tenía el poder de reclamarla si quería, pero le permitía quedarse con Nate.
Si no estaba interesado, ¿por qué recordaba su cumpleaños y le enviaba un regalo tan valioso?
—Ve a ver qué pasa ahí abajo —ordenó Bleacher, tomando una decisión—. Yo informaré al jefe.
Dicho esto, se apresuró a subir al segundo piso.
Dentro de la oficina, la entrada repentina de Bleacher hizo que el rostro de Jonathan se ensombreciera.
—Llama antes de entrar. ¿Has olvidado el protocolo? —espetó Jonathan.
A Bleacher se le aceleró el corazón. Abrió la boca para explicarse, pero se detuvo al ver a Nate en la habitación. —Alguien está causando problemas abajo —informó respetuosamente—. ¿Quiere ocuparse usted personalmente? —Pensó que la indirecta era obvia, pero Jonathan permaneció indiferente.
—Si tengo que ocuparme de todo yo mismo, ¿para qué te tengo aquí? —respondió Jonathan con tono gélido.
Bleacher se quedó en silencio, sin saber cómo proceder.
Era muy consciente de la relación entre Corrine y Nate, y de la tensión que existía entre estos dos.
Nate había llegado al casino con aire autoritario, pero sus intenciones seguían siendo un misterio. Si encontraba a Corrine allí, las cosas podrían salirse de control.
En ese momento, un guardia irrumpió en la sala. —¡Malas noticias! ¡Ha estallado una pelea!
Jonathan miró a Nate, que estaba sentado en el sofá con una sonrisa enigmática. Luego se volvió hacia Bleacher con una mirada gélida.
—Bueno, ¿por qué sigues ahí parado? —le espetó—. ¡Ve a ocuparte de eso!
—¡Sí, señor! —respondió Bleacher, saliendo apresuradamente por la puerta.
—Jonathan, tu establecimiento está muy animado hoy —comentó Nate tan pronto como se cerró la puerta.
Aunque su tono era casual, el sarcasmo era inconfundible.
Jonathan apretó la mandíbula, avergonzado de que Nate hubiera sido testigo del caos. En silencio, se prometió a sí mismo que más tarde se ocuparía personalmente del alborotador.
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