El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1278
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Capítulo 1278:
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—De acuerdo.
—Tengo que irme.
Nate la observó alejarse, con un atisbo de nostalgia en el rostro, reacio a verla marchar.
Sus ojos permanecieron fijos en su silueta hasta que desapareció de su vista. Solo entonces subió lentamente la ventanilla del coche, y su expresión volvió a ser la fría indiferencia de siempre.
—Encuentra la manera de hacer hablar a Brannon —ordenó—. Necesitamos pruebas sólidas de que Claude está detrás de la trampa que le tendieron a Jayden.
—Entendido —respondió Matías.
A través del espejo retrovisor, miró a Nate y dudó un momento antes de hablar—. Señor, teniendo en cuenta la jugada de Claude contra Jayden, es posible que la señorita Holland sea el verdadero objetivo. Bryant podría estar moviendo los hilos entre bastidores. ¿Deberíamos revelar su participación?
—No es necesario. —Nate cruzó una pierna sobre la otra y entrelazó los dedos sobre la rodilla—. La familia Ford en Lyhaton tampoco es un objetivo fácil.
Bryant y su facción sirven principalmente como contrapeso a las otras facciones de la familia. Incluso si lo eliminaran, otros se levantarían para reclamar una parte de los recursos de Lyhaton. —Filtre alguna información a sus familiares.
—Así se hará, señor.
En el bufete Pinvolla, Waldo se apoyó en su escritorio, con una taza de café en la mano, y sus ojos seguían distraídamente las luces de neón que cambiaban fuera de la ventana. Detrás de sus gafas, sus ojos eran profundos y vacíos.
El repentino sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos.
Al mirar la pantalla, Waldo vio el nombre de Corrine y respondió inmediatamente. —¿Qué pasa?
—Nada grave. Solo quería decirte que han liberado al tío Jayden. Ya no hay que preocuparse —la voz de Corrine se oyó claramente a través del teléfono.
—Entendido —respondió Waldo lacónicamente.
Tras colgar, se quedó mirando el teléfono durante un largo rato, con los pensamientos dando vueltas en su cabeza, hasta que finalmente reunió el valor para marcar el número de Jolene.
La voz que respondió no era la de ella. En su lugar, un mensaje automático resonó en su oído. «El número al que ha llamado no está disponible…».
Frunció el ceño y, con un suspiro de frustración, tiró el teléfono sobre la mesa.
Desde su tensa despedida en la oficina la última vez, ninguno de los dos se había puesto en contacto.
En el pasado, incluso cuando surgía tensión entre ellos, Jolene siempre encontraba una forma de romper el silencio: una excusa, un tema casual, algo para aliviar la distancia.
Pero esta vez no había hecho nada.
Una leve arruga se formó entre las cejas de Waldo mientras contemplaba la situación. Entonces, impulsivamente, volvió a coger el teléfono, abrió Twitter y buscó su perfil.
En cuanto vio sus últimas publicaciones, fotos de ella divirtiéndose en Ezion, sus ojos se volvieron helados. «Jolene, sabes muy bien cómo jugar tus cartas», murmuró entre dientes.
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