El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1277
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1277:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Una vez que terminó, Corrine salió junto a Nate.
Rowan los vio marcharse e intercambió una mirada cómplice con Moses. Una sonrisa burlona se dibujó en la comisura de sus labios. —¿Qué está pasando aquí? ¿Nate va en serio con ella?
—¿Desde cuándo Nate no va en serio? —Moses arqueó una ceja, y la elegante curva llamó la atención sobre el lunar que tenía debajo del ojo. Hizo una pausa antes de añadir—: Ya le ha pedido matrimonio.
Rowan se quedó desconcertado por la revelación. —Eso es inesperado.
Durante años habían circulado especulaciones sobre una unión entre las familias Hopkins y Quinn. Muchos creían que Elva era la futura nieta política de Ralph, un rumor tan persistente que parecía inevitable. Como Nate nunca lo había negado, Rowan supuso que había aceptado el arreglo.
¿Quién hubiera imaginado que le pediría matrimonio a otra persona?
—Créeme, hay más sorpresas por venir —dijo Moses, dándole una palmada firme en el hombro a Rowan—. ¿Quieres tomar algo?
Rowan asintió. —¡Vamos!
Corrine había planeado inicialmente regresar a la finca Celtis con Nate, pero a mitad de camino recibió una llamada de Jules. —¿Vas a volver a la casa de la familia Ford esta noche? —preguntó él.
Algo en su tono inquietó a Corrine. —¿Pasa algo? —preguntó.
Jules dio una lenta calada a su cigarrillo antes de responder: —Alguien ha revelado la verdad sobre el estado de mi padre. El abuelo se desmayó cuando se enteró. Ahora está descansando. ¿Quieres venir a verlo?
Corrine no lo dudó. —Allí estaré.
En cuanto colgó, se volvió hacia Nate.
Antes de que pudiera decir una palabra, él ya le había indicado a Saul que cambiara el rumbo hacia la mansión Ford.
Cuando llegaron a las puertas, Corrine se inclinó y le dio un suave beso en los labios a Nate.
Quería que fuera breve, pero él la tomó por la nuca y la rodeó con el brazo por la cintura.
El beso se intensificó, el aire entre ellos se volvió denso, cargado de calor y urgencia. Nate no se separó hasta que Corrine sintió que se le entumecía la lengua y empezó a jadear en busca de aire.
Sus ojos oscuros tenían una intensidad ardiente, un fuego de pasión oculta durante mucho tiempo que ardía en su interior y casi los consumía a ambos. —Asegúrate de descansar cuando llegues a casa.
Su voz era baja, ronca, impregnada de un deseo persistente.
Las pestañas de Corrine temblaron sutilmente. —Tú también deberías hacerlo.
El brazo de Nate permaneció alrededor de ella, sus dedos trazando lentos círculos a lo largo de su cintura. Enterró el rostro en la curva de su cuello, inhalando su aroma antes de depositar un beso prolongado en su mejilla. —¿Te recojo mañana?
—No hace falta… —Su voz se quebró cuando el calor de su aliento le provocó un escalofrío en la espalda—. Iré a la oficina por mi cuenta por la mañana.
.
.
.