El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1275
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Capítulo 1275:
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Además, Corrine parecía más que dispuesta a estar en compañía de Nate.
Jules giró distraídamente un mechero entre los dedos y observó a Jayden durante un momento antes de hablar. —Barry está muerto.
—¿Qué? —La mente confusa de Jayden volvió a enfocarse y sintió que se le secaba la garganta—. ¿Cómo ha pasado? ¿Cuándo ha pasado?
—Esta tarde —respondió Jules con indiferencia, contándole lo que Arion le había contado—. Esa es la situación, pero hay algunas preguntas en torno a su muerte. Tendremos que esperar al informe forense.
Jayden se quedó en silencio y se volvió hacia la ventana. Cada paso parecía drenarle la vida, como si el peso de la noticia hubiera encontrado la manera de anclar cada uno de sus movimientos. Extendió la mano y se agarró a un pilar de piedra cercano para apoyarse. Sus dedos se curvaron y sus nudillos se pusieron blancos mientras luchaba por reprimir la tormenta de emociones que se agitaba en su interior.
Había depositado tantas esperanzas en Barry. Al fin y al cabo, no habría hecho tanto por él si no fuera así.
Había pensado en darle una lección a Barry, pero nunca imaginó que llegaría a esto.
Tras una larga pausa, Jayden finalmente se enderezó y se quedó mirando el abismo infinito del cielo nocturno. Su mirada estaba cargada de una silenciosa ironía.
Detrás de él, Corrine y Jules intercambiaron una breve mirada. Jules frunció los labios y asintió sutilmente a Corrine, instándola a dar un paso adelante y ofrecerle unas palabras de consuelo. Si él intentaba consolar a su padre, podría sonar falso.
Corrine apretó los labios y se acercó. —No te lo tomes a pecho.
—No hay nada por lo que enfadarse —respondió Jayden, esbozando una débil sonrisa.
En realidad, no era la tristeza lo que le pesaba, sino la conmoción y el arrepentimiento.
Si Barry no hubiera intentado tenderle una trampa, él no habría acabado así. El plan fallido había despojado a Barry de su valor, convirtiéndolo en prescindible, fácil de eliminar.
Jayden había considerado esa posibilidad, pero nunca imaginó que se materializaría tan pronto.
Rápidamente recuperó la compostura y su expresión volvió a la calma habitual. —Se está haciendo tarde. Deberías volver. Haré que Jules te acompañe.
—No hace falta —respondió Corrine con rapidez—. Tengo un amigo cenando cerca. Voy a charlar un rato con él.
—¿Un amigo? —La mirada de Jayden se desvió instintivamente hacia detrás de ella, y sus ojos se oscurecieron con una expresión indescifrable—. ¿Qué amigo? ¿Por qué no lo has mencionado antes? ¿Lo conozco?
Corrine, anticipándose a su sugerencia de conocer a ese misterioso amigo, respondió rápidamente: —Acaba de llegar. Jules también lo conoce, ¿verdad, Jules?
Al oír su nombre, Jules puso los ojos en blanco. Cada vez que ella utilizaba ese tono, él sabía que algo pasaba.
Al ver que él permanecía en silencio, Corrine se acercó y le pellizcó el brazo.
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