El gran regreso de la heredera despechada - Capítulo 1271
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Capítulo 1271:
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En cambio, todos los dedos apuntaban a su tío, Jayden. Al fin y al cabo, Barry había caído muerto inmediatamente después de su reunión, una conexión demasiado conveniente como para ignorarla.
La estrategia de Claude era brillante. Su astucia era profunda, y había tejido una trampa tan perfecta que incluso aquellos que veían las piezas podrían no llegar a encajarlas.
Corrine lo estudió, con las cejas arqueadas que le daban un toque de su encanto habitual. Sin embargo, bajo ese encanto, una burla aguda brillaba en su mirada. —Voy al baño —dijo con tono seco.
Sin esperar respuesta, se levantó de su asiento y se alejó con paso firme.
—Yo también necesito un poco de aire fresco. ¿Me acompañas? —dijo Claude mientras se levantaba y la seguía a paso lento.
Corrine tensó ligeramente los hombros, pero no le dirigió ni una mirada. Caminó recto, irradiando descontento.
Tenía poca paciencia con quienes no respetaban los límites.
Al salir, apareció Jules, que volvía a entrar desde fuera. Su mirada se posó en Corrine y Claude, que salían uno tras otro de la sala privada. Frunció el ceño, en un sutil gesto de descontento.
—Tengo que hablar contigo —dijo Jules, dirigiéndose a Corrine con voz baja pero firme.
Ella asintió levemente con la cabeza, reconociendo que él le había hablado.
En ese momento, se oyó un ruido de pasos apresurados en el pasillo, agudos y decididos. Un miembro del personal se apresuró a acercarse, inclinándose ligeramente mientras señalaba a las figuras que se acercaban. —Por aquí, por favor.
Corrine volvió la cabeza y los vio. Moses y Zack iban en cabeza, moviéndose con tranquila confianza. Detrás de ellos, Nate los seguía sin prisa.
Llevaba un traje negro de corte impecable, con cada puntada cosida a la perfección, que acentuaba su imponente presencia, imposible de ignorar. Tenía una mano en el bolsillo con naturalidad y caminaba sin prisa, irradiando un dominio sin esfuerzo. A pesar de su actitud relajada, desprendía un aire de autoridad innegable y magnético.
El rostro de Moses se iluminó cuando sus ojos se posaron en Corrine. Abrió los labios, dispuesto a saludarla, pero de repente se quedó paralizado. Su mirada se desvió hacia Claude. Se produjo un momento de silencio. Instintivamente, Moses miró hacia Nate.
Nate no dijo nada. No reaccionó. Sin embargo, el aire a su alrededor pareció cambiar. Un peso invisible se posó sobre el pasillo, una presión que hizo que el espacio se sintiera más frío y agudo.
Nate estaba furioso.
Corrine se dio cuenta de inmediato, como si la tensión en el aire se lo hubiera susurrado. Estaba enfadado de nuevo y, una vez más, le tocaba a ella calmarlo.
Una chispa de resignada diversión brilló en los ojos de Corrine mientras se dirigía hacia él con paso firme. Detrás de ella, Claude la seguía como una sombra inquebrantable.
Antes de que ella pudiera decir una palabra, Claude habló primero. —Sr. Hopkins, cuánto tiempo sin vernos.
El saludo informal la tomó por sorpresa. Pero Corrine no era tonta, sabía que no debía suponer que eran viejos amigos solo por un simple cumplido.
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